Y no me refiero al de Rodríguez
Zapatero, que ya tiene bastante con lo que le rodea y le
puede ir rodeando, en los próximos dieciocho meses, si es
que no adelanta las elecciones generales.
Hoy me refiero al Gobierno de la Ciudad Autónoma, al de
Ceuta que, a pocos meses ya de las elecciones municipales y
autonómicas, empieza a mostrar el “tinte” que puede tener y,
especialmente, que tendrá en el futuro, así como lo que no
va a tener.
Juan Vivas, al que conozco desde hace treinta años, no es,
ni ha sido nunca, partidario del “golpe seco al mentón”,
para dejar fulminado al que lo recibe. Él prefiere ir paso a
paso, sin prisa, pero sin perder el tiempo y cuando decide
algo lo decide estando totalmente seguro de lo que hace y
por qué lo hace.
Esto lo acaba de demostrar, porque de haber seguido otra
táctica, esa del “golpe seco al mentón” hace once meses que
se le puso la situación a tiro para haber barrido lo mucho
que le molestaban algunas cosas, por lo que prefirió que se
fuera madurando con el tiempo, para que, como la fruta bien
madura, fueran cayendo, uno a uno, todos los que sobraban.
Sobrar, sobrar, es un decir, a tenor de por donde y con
quien habían entrado unos, que por mor de las circunstancias
que no voy a citar hoy, habían quedado “huérfanos”, desde
primeros de noviembre del pasado año.
El tiempo ha pasado, pero la memoria, si es que se tiene en
orden, no puede dejar de lado lo que hubo, hay y lo que ya,
de ahora en adelante, no habrá.
El primero en “caer” ha sido Rodríguez Gómez, cuando menos
lo esperaba y cuando nadie había sospechado que la
“operación limpia de corrales”, para dejar sólo lo que
interesa, era el momento de empezar a hacerla. A su debido
tiempo, sólo así.
Posiblemente, de ser ciertos los rumores o más que rumores,
salidos de las inmediaciones de la “casa madre”, hace tiempo
que estaba tocando fondo, pero la prudencia del presidente y
lo inoportuno de la época de vacaciones, debió hacer que la
destitución se haya ido retrasando más de la cuenta.
Esta destitución puede marcar la puerta de salida a otros
varios o, por lo menos, el darse cuenta de que, en la
próxima candidatura, muchos deberán dejar su sitio a otros.
En la política no hay amigos, ni tampoco un poder que sea
eterno. En la política se vive el momento, algunos lo
prolongan o lo quieren prologar más de la cuenta, pero a su
debido tiempo ese momento se marchita y del paso de la mayor
parte de los que, en otro tiempo, tuvieron poder, con el
paso del tiempo, no se acuerda nadie.
Y si no veamos ¿Quién se acuerda de las andanzas en
política, con poder, con mucho poder, de Paco Fráiz?. Si
acaso él y cuatro amigos más.
¿Quién se acuerda del que hace un año era el todo poderoso
Pedro Gordillo?. Se acordará él, por la nómina de finales de
mes y alguno de los enchufados que tenía, cada vez menos.
Es el destino de los políticos, pasan y de ellos queda, si
acaso, una cortina de humo y nada más.
A Rodríguez Gómez no lo conozco a fondo, posiblemente haya
hecho todo lo que pudiera y supiera. Ahí hubiera seguido si
su “padrino” estuviera aún “en el carro”, pero el padrino ni
está ni se le espera y hombres de confianza de Juan Vivas
los hay para ese cargo, a las pruebas nos podemos remitir.
Es la política, la local.
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