La semana pasada, los ceutíes
fuimos informados a través de los diferentes medios de
comunicación locales del cese, del hasta ese momento
consejero de gobernación, José Antonio Rodríguez Gómez. Un
político que ha ocupado en los últimos nueve años diferentes
responsabilidades tanto, en los órganos internos del Partido
Popular como, en los distintos gobiernos de esta misma
formación política a plena satisfacción de quienes lo
eligieron; Viceconsejero de Comunicación, Viceconsejero de
Turismo y Consejero de Gobernación.
Debo puntualizar, que la primera labor que un candidato a la
Presidencia de la ciudad debe acometer cuando recibe la
confianza de los ciudadanos, es designar al equipo de
personas que le acompañarán en las labores de Gobierno
durante toda la legislatura. Evidentemente, estas personas
deben cumplir unos requisitos a criterio exclusivamente de
quien los ha elegido. En primer lugar, deben coincidir
ideológicamente aunque, en ocasiones este requisito no es.
En segundo lugar, deben ser personas de su absoluta
confianza y en tercer lugar, totalmente capacitadas para
llevar a cabo el proyecto político asignado. Debo aclarar en
este punto, que el político fija las directrices políticas
en las actuaciones que los cualificados funcionarios
municipales acometerán, siempre dentro de la legalidad
vigente.
De la misma forma y también por mandato de la ciudadanía,
cuando alguno de los integrantes del equipo quebranta
algunas de ellas, el jefe del Ejecutivo, en uso de las
atribuciones conferidas, debe cesarlo inmediatamente. En
esta ocasión, tal y como ha informado ampliamente el propio
Presidente de la Ciudad, tras una pérdida total de confianza
argumentada en la incapacidad del ya ex consejero en llevar
a cabo una reestructuración totalmente necesaria en unos
servicios esenciales para quien dirige el Ejecutivo así
como, por algunos incumplimientos graves denunciadas por las
tres centrales sindicales mayoritarias en el área de
Gobernación.
Como no podía ser de otra manera, la dinámica habitual
utilizada por la oposición es criticar todas las decisiones
adoptadas por el Ejecutivo local no obstante, en los últimos
meses, esta aptitud legítima ha dado paso a un
recrudecimiento iracundo, transmutándose la crítica en la
imputación directa de denuncias infundadas contra cualquier
miembro del Ejecutivo. Las principales formaciones políticas
en la oposición aplican exclusivamente el trasnochado
recurso apoyado en el conocido proverbio “calumnia y miente,
que algo quedará”. Las propuestas de mejoras en las
decisiones del Gobierno no se encuentran en el argumentario
de unos pseudo políticos, que deberían acudir a presentar
dichas denuncias al organismo competente, a los tribunales
de justicia.
En definitiva, el Presidente de la Ciudad, en cumplimiento
de las atribuciones encomendadas mayoritariamente por el
pueblo de Ceuta, cesa por las razones esgrimidas a un
miembro de su Ejecutivo. Así mismo, una vez analizadas y
valoradas las deficiencias detectadas en unos servicios
públicos esenciales para la sociedad, decide asumir
directamente las competencias sobre las áreas cuestionadas,
nombrando a un viceconsejero, colaborador directo, que
gestionará, desde estos momentos, las labores diarias de los
cuerpos de Policía Local y Bomberos. La decisión puede ser
criticada por las formaciones políticas en la oposición
pero, responde exactamente al compromiso adquirido por Juan
Jesús Vivas con una ciudadanía que le otorgó
mayoritariamente su confianza al frente del Ejecutivo local.
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