Son los padres los que no están de
acuerdo con el actual calendario escolar. Consideran los
días lectivos escasos y mal repartidos. El citado calendario
tienen una media de 175 días lectivos (LOE, 2006) cuando en
los años 70 se alcanzaban 220 días, lo que significaba un
mes y medio más de clase.
De nuevo es la CEAPA, Confederación Española de Asociaciones
de Madres y Padres, la que lanza la propuesta de “sentarse a
hablar” sobre el tiempo escolar y el inicio del curso, así
como los períodos de vacaciones, dándose el caso de que las
Comunidades, esos 175 días que marca la mencionada Ley, lo
han tomado como máximo.
Sin dudas que la mayor oposición la van a encontrar por
parte de los maestros, secundados por los Sindicatos, que
están muy de acuerdo con el calendario actual. Los docentes
se “agarran” al período vacaciones y a la jornada
continuidad, como una tabla de salvación para salir indemnes
de una carga profesional máxima de desánimo y estrés.
Con el ansiado recreo, la jornada escolar en Primaria es de
5 horas, con clases, en teoría de una hora, pero que se
convierten, en general, en clases de 50 y 55 minutos,
aunque, a veces se pueden pasar un poco más, dependiendo de
las actividades de cada materia, aunque, lógicamente en
detrimento de las demás. Y no digamos del rendimiento cuando
se llega a la última hora. En resumen, los tiempos dedicados
a cada clase (1 hora) no son matemáticamente así.
No entro en detalles sobre la dificultad de mantener la
atención, ni la aplicación del tipo de metodología, así como
las actividades, ni tampoco en el hábito del esfuerzo y del
estudio, para el mejor rendimiento de la jornada escolar.
Los teóricos –ya está dicho la experiencia que tienen en el
aspecto práctico del hecho educativo- postulan nuevos
métodos de enseñanza, flexibilidad en los horarios, el
reagrupamiento de las aulas o la “apertura de los centros 24
horas” y, todo ello, con sólo el argumento de que la
sociedad ha cambiado.
Es cierto que no faltan voces de padres que claman por el
fin de unas vacaciones tan largas, que hacen imposible la
conciliación laboral y familiar; otros esgrimen la
contraindicación del clima, que no es uniforme en todo el
país.
Se piensa que se podría acortar y repartir las vacaciones,
aunque había que resolver determinados imponderables, como
la ausencia de aire acondicionado, la orientación de las
clases al sur y la capacidad de las mismas, siempre superior
a veinte alumnos.
Un aspecto importante a tener en cuenta es la distribución
de las materias. Unos especialistas, médicos, en general,
piensan que en las primeras horas de la mañana, el alumnado
está descansado para las áreas más exigentes, como
Matemáticas, Lengua, materias instrumentales (creo que es la
distribución que aún se mantiene); otros profesionales,
opinan lo contrario: “la primera horas es cuando más alumnos
somnolientos hay, y con mayor dificultad de concentración,
que mejora al final de la mañana (jornada continuada).
Parece ser que lo ideal es que “el niño tenga tiempo para
formarse, estar con su familia, participan en el juego,
descansar… No es aconsejable que madrugue para permanecer en
el aula de acogida, coma en el centro, termine las clases
por la tarde y después cumpla varias horas extraescolares
más el tiempo invertido en los desplazamientos.
Son estas actividades extraescolares las protagonistas de la
llamada ”escuela a tiempo completo”, un modelo de centro
abierto que, aún existiendo en otros países, se convirtió en
un sueño en paralelo a la jornada continuada, que no siempre
se ha hecho realidad, principalmente por problemas
económicos.
A pesar de todo ello, siguen reclamándose como sustento de
una escuela entendida como “servicio, capaz de dar respuesta
a múltiples necesidades”. Y se van más lejos: “Parece
inadmisible que muchos centros estén cerrados a cal y canto
por las tardes, los fines de semana y la mayor parte de los
días no lectivos, que son casi la mitad del año. En nuestro
país, en muchas Comunidades, se encuentran centros con
bibliotecas, aulas de informática, pistas polideportivas y
diversos espacios cuyo uso comunitario sería de gran
interés.
Todo parece lógico, conveniente, sobre todo en una sociedad
cambiante, donde, en educación, como en otros aspectos de
nuestras vidas, se pide un cambio radical, porque todo lo
conseguido hasta ahora, da la impresión que es obsoleto.
Pero se habla de medios, de recursos económicos, pero nos
olvidamos de la gente principal de todo el proceso: el
maestro.
Sobre los años 1985-86 y 87, se celebraron en nuestra ciudad
las llamadas Escuelas de Verano, con duración de varios
días, a principios de Julio. Creo que no tuvieron mucha
aceptación. Se participaba en actividades de Seminario y en
actividades de Taller. Dejaron de programase. ¿Falta de
participantes? ¿Temor a los comentarios que corrían entre
los asistentes, en el sentido de que tener éxito, veíamos en
peligro las vacaciones de verano, reducidas sólo al mes de
Agosto?
Conviene conocer que el calendario escolar ha evolucionado
mucho. En 1860 la jornada escolar era de ocho horas,
reducida a siete; en 1887 con la Ley Moyano, se introduce
por primera vez, vacaciones estivales de 45 días de
duración; en 1970, con LGE, 220 días lectivos; en 2006, LOE,
se establece un mínimo de 175 días lectivos.
|