Sábado. Llueve tras los cristales
del cierro de mi escritorio, y siento un ramalazo de
nostalgia veraniega. Y es que uno, por más que trate de
aparentar lo contrario, no deja de ser un tipo al que le
puede la sensibilidad. Miro el reloj, y me percato de que
son las once y cuarto de la mañana; así que me queda nada y
menos para llegar a tiempo a uno de los actos de la Guardia
Civil -motivado por el día de su patrona, la Virgen del
Pilar-, que se celebra en El Parador Hotel La Muralla.
Ni que decir tiene que dejo lo que estoy haciendo en esos
momentos: leer una vez más parte de la obra de don Camilo
José Cela. Lectura que me permite pasármelo bomba.
Divertirme de lo lindo. Alegrarme la vida. A la par que
deseo fervientemente que, aunque sea a la vejez viruela, se
me pegue algo de unas lecturas que son capaces de hacerme
olvidar incluso los malos ratos.
Ni siquiera la lluvia ha podido desmerecer en nada la fiesta
de la Guardia Civil. Una institución que se ha ganado a
pulso el ser reconocida como la Benemérita. Por su entrega,
capacidad de trabajo y distinguidos servicios. De la Guardia
Civil, quienes hemos cumplido tantísimos años, podríamos
hablar y no acabar. Yo he vivido mi niñez y parte de mi
adolescencia junto a un cuartel de la Guardia Civil. Y he
sido testigo de las luces y de las sombras de un Cuerpo que
ha sabido superar contratiempos y se ha convertido en una
institución ejemplar
Finalizado el acto se forman los corrillos correspondientes.
Y a mí me toca compartir tertulia con Fernando Tesón,
máxima autoridad judicial de Ceuta, y con Juan Arechaga
Barrueco, Juez de lo Social y decano de la ciudad.
Fernando me presenta a la fiscal Inmaculada Luna Ponce.
También saludo al Fiscal Jefe de Área, José Luis Puerta
Martí, quien a escasa distancia se encuentra conversando
con Antonia María Palomo.
La charla comienza sobre las dificultades que entraña
escribir. Y sus señorías me explican los problemas que han
llevado siempre –y siguen llevando- consigo redactar las
sentencias. Salen a relucir las anécdotas y a mí sólo se me
ocurre decir que juzgar a alguien lo veo yo tan complicado
como para no desear estar en el lugar de ellos. Y es que,
les digo, la justicia, que es orden divino, y el derecho
positivo, que es norma humana, no siempre coinciden, y el
equilibrar la una y el otro es la dura empresa que tienen
ante sí los jueces. No es la primera vez que tengo la suerte
de pegar la hebra con Tesón Marín y Arechaga Barrueco. Y
manifiesto que merece la pena oírles y escucharles
atentamente.
Tampoco me lo paso mal, ni muchos menos, con la charla que
mantengo con Fernando Jover y Enrique Ávila Pérez.
El primero, Director del Centro Asociado de la UNED, y el
segundo, secretario de dicho centro. Con ambos disfruto
conversando. Máxime cuando a la reunión se suma el director
del Parador Hotel La Muralla, Pedro Fernández Olmedo.
A Jover Cao de Benos de Les, apellidos que infunden respeto,
le debo una visita a su despacho. Con el fin de intercambiar
impresiones. Y Ávila Pérez me recuerda que hace ya tiempo
quedamos para comer y aún no hemos acudido a la cita.
La Guardia Civil, la Benemérita, celebró su fiesta. Y a mí
me ofreció la oportunidad de relacionarme con personas con
las que conversar se convierte en un ejercicio saludable.
Alegría completa.
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