A Ceuta llegan numerosos estudiantes y trabajadores a lo
largo del año por distintas razones, ya sea por estudios,
por motivos laborales o simplemente porque eligen esta
ciudad para vivir.
Cuando llega el mes de octubre la demanda de pisos o
habitaciones para alquilar se multiplica y el buscarlo se
convierte en una pesadilla.
El grado de aprovechamiento y de hacer negocio por parte de
algunos propietarios se vuelven descarados y hace que los
interesados en arrendar una vivienda se convierta en una
tarea más que complicada.
El caso de David Mata, estudiante de enfermería y natural de
Granada es un ejemplo de ello. Llegó a Ceuta el 6 de
septiembre con 20 días de antelación al comienzo de sus
clases. Buscaba una habitación en un piso compartido, pero
después de pasar dos interminables días lo único que
encontraba eran habitaciones “en muy malas condiciones, y a
unos precios desorbitados”, según explica el estudiante.
Decidió, entonces, alquilar un piso él mismo a su gusto y
buscarse a sus compañeros.
En el tablón de anuncios de la facultad de enfermería
encontró una vivienda cercana a la escuela. “El precio no
estaba mal si se pudiera compartir con dos compañeros más,
pero a pesar de contar con tres dormitorios, las habitables
sólo eran dos”, así que David Mata y Paula García, persona
con la que comparte el inmueble, están pagando un precio
“algo alto para lo que nos podemos permitir, pero no nos
quedaba otra”, decia Paula García.
Este problema no sólo lo sufren estudiantes sino que los
mismos autóctonos que deciden emanciparse viven la misma
situación.
Francisco Cruz tiene 24 años y decidió en septiembre del año
pasado independizarse, pero no fue hasta el mes de enero de
2010 cuando encontró algo que se asemejaba a lo que buscaba.
Al ver el precio que le pedían no le quedó otra posibilidad
que buscar algún otro inquilino para compartir gastos. “Mi
idea era vivir sólo, y pedir la ayuda que el Ministerio de
Vivienda ofrece para la ‘renta básica de emancipación’, pero
después de seis meses esperándola aún no he recibido ni un
sólo euro y he tenido que buscar más personas que vivan
conmigo”.
Sin embargo, la Casa de la Juventud presta ayuda a todos
aquellos que la soliciten. Debido a las dificultades que se
encuentran los jóvenes en el mercado inmobiliario, además de
sumarle la inestabilidad laboral en la que se encuentran,
también está el factor que entre algunos propietarios existe
la errónea idea de identificar juventud con
irresponsabilidad.
María Victoria Granja, de 32 años y madre de 2 niñas de 10 y
13 años, vino a Ceuta según dice “a la aventura, con los
riesgos que eso conlleva”. Llegó en junio desde Málaga, y
hasta principios de septiembre “estuve dando tumbos hasta
dar con la Casa de la Juventud, que conmigo han cumplido una
gran labor”.
Vino porque necesitaba un cambio de vida, y no se lo pensó,
pero no pudo imaginarse que se encontraría con todas
aquellas dificultades, “gracias a unos familiares que tengo
aquí, pude pasar los dos meses hasta que me aconsejaron que
viniera a la Casa de la Juventud y me puse en contacto con
ellos”. Esta madre asegura que las gestiones que llevaron a
cabo y el interés que mostraron, hicieron que al fin en
septiembre pudiera estar ella y sus hijas en un piso
instaladas. “Vi varios pisos pero yo quería lo mejor para
mis hijas, y quizás fuera la tercera que vi, pero la que me
gustó para las tres” explicaba María Victoria cuando se le
preguntaba por su experiencia.
Qué ofrece la Casa de la Juventud
Esta oficina recibe una media de cuatro o cinco personas al
día para solicitar información y asesoramiento realcionado
con el arrendamientos de vivienda.
La Casa de la Juventud además de ofrecer ‘bolsa de Vivienda
joven en alquiler’, unas de las propuestas que lanza
dedicada a los jóvenes, que trata de poner en contacto tanto
a propietarios y jóvenes interesados, y ayudar a ambos a
encontrar lo deseado, también hacen inventarios del piso, se
acompaña al joven a la visita de este para ver si se adapta
a sus necesidades, incluso se le supervisa tanto a
propietario como arrendatario el contrato que van firmar
ambos. Toda una serie de ayudas que a muchos como a Maria
Victoria Granja le sirvió para que después de pasar dos
meses sin saber donde acabaría, lograra al fín encontrar una
casa, en un barrio donde dice sentirse “muy cómoda y sobre
que mis hijas sean felices”.
Otras de las orientaciones que dan es sobre el tipo de
ayudas tanto locales como estatales que existen tanto para
la compra, el arrendamiento y la rehabilitación de
viviendas.
También se encargan de hacer campañas de publicidad y
difusión a ambas partes tanto en medios de comunicación como
presencia en redes sociales.
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