Me refiero a Evo Morales,
presidente de Bolivia, que además de dedicarse a “proteger
la democracia” en su país, ahora le ha dado por jugar al
fútbol, en lo que, en un solo día, ha emulado a cualquiera
de los “rompe piernas” que hay en ciertos campos.
Lo malo, o lo peor, es que éste, que como persona ha dejado
mucho que desear, como futbolista ha superado un punto más
de lo que son capaces de hacer ciertos “pela-gatos”, en
cuanto se hacen con un ápice de poder.
Meter goles no sé si los metería, pero la “mala leche” la
demostró con un adversario en el campo, con alguien que
además es adversario político, al que le dio todo un
rodillazo en los “bemoles”, como si terminara de hacer la
jugada del siglo.
El muy desvergonzado del jersey de rayas, no tuvo el más
mínimo pudor en vestir una camiseta con el número 10, número
que en su día lucieron tanto Ferenk Puskas, uno de los más
grandes jugadores de la historia del fútbol, así como
Maradona, otro grandísimo del balón, con el que ambos
hicieron las delicias de todos los que querían ver fútbol
del de verdad.
El de el jersey de rayas, entre sus glorias, con ese
rodillazo, debiera haber logrado que, de ahora en adelante,
ningún club serio saque la camiseta con el número 10 al
campo, sin más.
Y ya, yendo a lo serio, hay que decir ¿Qué confianza pueden
tener, ni los adictos, ni los contrarios a un presidente de
su país que, en un acto de entretenimiento, se dedica a
agredir a un adversario?.
Por esos caminos es por donde van estos personajes que luego
se dedican a correr medio mundo mendigando fondos que, es
más que dudoso que los vayan a utilizar para el bien de su
país.
La visita del de el jersey de rayas a nuestro país, en viaje
oficial, nos pareció un viaje esperpéntico que no nos daba
prestigio y nos costó un buen dinero, posiblemente, más de
la cuenta.
No sé si hubo devolución de visita, pero mucho cuidado
deberán tener los responsables españoles, si un día visitan
al del jersey de rayas, porque se exponen, si le llevan la
contraria, a venirse para España con un rodillazo “en las
partes pudorosas” y de consecuencias..., cualquiera sabe
como.
Y como esas cosas sólo pueden suceder en territorios regidos
por impresentables, haciendo la corte al del jersey de rayas
estuvo el árbitro que, por si las moscas, en vez de expulsar
al agresor, expulsó al agredido, con lo que la casta
arbitral, también ahí se retrató, y tendrán que tener
cuidado de que no salga ningún pelotero con el número 10, no
vaya a ser que se nos haya colado de rondón Evo Morales,
camuflado en la indumentaria de cualquier equipo, para
propagar su defensa de la democracia.
Aparentemente, me estoy tomando el asunto a “choteo”, pero
nada más lejos de la realidad, por cuanto me parece que es
un desprestigio para un país como el nuestro tener cualquier
tipo de relaciones con personajes de la calaña del de el
jersey de rayas, su traje oficial, en las visitas a otros
países.
El fútbol, un deporte noble, cada día más abierto a todas
las castas sociales y a todos los países. Un deporte que
abre fronteras, ha tenido la mala suerte de ver como lo
intentaba practicar, también, un indeseable, que mostraba
sobre el césped el mismo talante y las mismas formas, para
con sus adversarios, que practica en los despachos, cuando
sale a colación algo que no está a tono con lo que él o los
suyos están ordenando.
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