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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 6 DE OCTUBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Hacer las paces con Juan Vivas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Decir públicamente que he hecho las paces con Juan Vivas ha propiciado que se me pregunte en la calle cuando decidí romper las relaciones con el hombre más poderoso de esta tierra. Y no he tenido el menor inconveniente en responder que pudo deberse a una metedura de pata de algún asesor del presidente de la Ciudad, en un momento determinado.

Los asesores de los políticos, antes llamados validos, a veces no se dan cuenta de que se les paga para que acierten en sus consejos más que yerros puedan cometer. Pagarle a alguien un sueldo de aquí te espero para cometer errores de bultos son ganas de malgastar tiempo y dinero. Posiblemente tal situación se produce porque en la trastienda se cuecen absurdos. Por mor de relaciones entre mujeres que conducen al fracaso de los hombres que ocupan cargos importantes.

A Juan Vivas, lo he dicho hasta la saciedad, lo conozco desde hace la friolera de veintitantos años. Y, desde luego, nunca me he cortado lo más mínimo en proclamar que en su forma de ser los claroscuros se suceden sin solución de continuidad. Luces y sombras en un político que ha sabido ganarse el aprecio de una mayoría de ciudadanos que le vota sin la menor duda.

Aun así, es decir, por más que los defectos humanos de Vivas vayan siendo visibles, cada vez más -no en vano va a cumplir una década como presidente-, no tengo el menor reparo en airear que es una suerte contar con él para que continúe dirigiendo los destinos de una ciudad compleja y en bastantes ocasiones enrarecida por medio de unos tontos –y tontas- útiles que escriben al dictado de unas personas que no tienen el menor inconveniente en atentar contra las instituciones con el único fin de sacar provecho de las circunstancias negativas.

Vivas, a medida que se van acercando las elecciones autonómicas, vuelve a dar pruebas evidentes de estar más espabilado que nunca. Y he llegado a la siguiente conclusión: el presidente de la Ciudad está dispuesto a guillotinar políticamente a todos los cargos que hayan metido la mano en la caja. Y, naturalmente, tampoco tendrán posibilidades de continuar en el machito de la comodidad quienes crean que son merecedores de ocupar unos puestos donde ganan mucho dinero sin el menor esfuerzo.

Sé, porque he tratado a Vivas mucho tiempo, que a él le desagrada enormemente que estas cosas se propalen. Y mucho más si la propalación se hace desde esta columna. Por causas que debo silenciar. Pero uno, debido a los años que tiene, sabe perfectamente que puede permitirse el lujo de escribir lo que desee en ciertos momentos.

Y el momento actual es el más idóneo para decir: JV volverá a ganar las próximas elecciones con mayoría absoluta y sin bajarse del autocar. Frase que en su día puso de moda el inefable Helenio Herrera. Tras lo dicho, debo advertirle a Vivas de algo que se está convirtiendo en una rémora para él: lo mal que le dejan en bastantes ocasiones los comportamientos de quienes están encargados de sus relaciones públicas. El consejo –que es gratis-debe ser atendido. De lo contrario, de nada vale que usted gane las elecciones, señor presidente, cuando lo primordial consiste ya en pasar a la posteridad como el mejor político de esta tierra. Y está a nada y menos de conseguirlo. Aplíquese, pues, a la tarea.
 

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