Acudo un año más a la celebración de los Ángeles Custodios,
patrón del Cuerpo Nacional de Policía con el objetivo de
trasladar en este medio la labor de quienes, cada día,
sufren los avatares de una profesión cuyo desarrollo es
básico en los pilares de nuestra sociedad desarrollada.
Acto que, de inicio, guarda los cánones institucionales de
rigor, es decir, condecoraciones y discursos. Primeras
autoridades civiles y militares, miembros de las distintas
escalas policiales, representantes de la Guardia Civil, de
la Policía Local, de la Autoridad Portuaria, del Ejército.
Acudieron fiscales, abogados, miembros del staff de la
Administración General del Estado en Ceuta, del Gobierno
local, medios de comunicación, familiares de los
condecorados... guardaron el rictus institucional que la
ocasión merecía, faltaría más.
Mas cuando concluyó lo meramente formal, lo más sobrio de la
celebración, se echó en falta claramente esa parte más
distendida donde verdaderamente se estrechan lazos entre
todos los implicados y la comunicación entre ellos se vuelve
más fluida y cercana. Es algo muy español, de pura esencia
nacional, de ancestral tradición en los días grandes de
todas y cada una de las instituciones, organizaciones...
Tan común y tan lógico como lo fue el multitudinario acto de
este pasado sábado en Madrid, donde el Ministerio del
Interior convocó a más de 1.300 personas para la celebración
de este señalado día para la Policía.
A la conclusión de lo más formal e institucional, no faltó
-claro está- la llamada Copa de Vino español a la que
invitó, no podía ser de otro modo, el propio Ministerio. Es
lo lógico. No sólo por la tradición, sino también porque, de
ese modo, la empresa de catering que sirvió en el evento
pudo prestar un servicio y facturar obviamente para
beneficio de la propia empresa y de sus trabajadores. Un
modo de ayudar al trabajador de Hostelería por medio de
solicitar servicios a las empresas del ramo. Y sí,
financiado con dinero público, como el Plan E, los Planes de
Empleo, los cheques Bebé y ese mar de ingenio a los que nos
hemos acostumbrado en los últimos siete años de catátrofe
económica. ¿Que ahora no se pueden dar las tradicionales
Copas de Vino por causa de la crisis?. Díganselo a la
Hostelería en general y, en concreto a la Ceuta... o
díganselo a los policías, que finalmente no pudieron brindar
en el día más relevante del año para ellos. ¿Quién habrá
sido el ‘pelas’ que haya impedido tal celebración?. Me
confirmaron en el Ulises que capacidad evidente tienen para
ello.
Si es por causa de la crisis, la próxima celebración es el
Pilar, ya saben, el día de la Guardia Civil. Dudo mucho que
no se riegue la concesión del tricornio de oro a la Ciudad.
¡Ah, que podría pagar el Gobierno local!, cachis. Éstos ya
se tienen aprendido lo del chocolate del loro.
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