Mabel Deu, esa criatura que
a mí me llegó a embobar durante unas Fiestas Colombinas
dedicadas a Ceuta, ha declarado que ella no sabe nada
relacionado con la compra de un cuadro por el cual se han
pagado 37.000 euros a una galería regentada por Soledad
Lorenzo, vendedora de la obra a través de la Empresa
Artísticas Madrileñas S.A.
El cuadro comprado por el Gobierno local lleva por título
‘Artista creando una obra de arte’. Y su autor es
Guillermo Pérez Villalta. A cuyo historial se puede
acceder en la enciclopedia libre de internet. De él sólo
resaltaremos el buen gusto que demuestra al darnos la mejor
versión de un culo femenino. Los culos femeninos, si nos
atenemos al Renacimiento, fueron siempre despampanantes. De
tal modo que Rubens nos premió con cuadros de diosas
voluptuosas, que pude ver en mis años mozos en el Museo del
Prado.
Sobre los culos femeninos escribió y disertó mucho Camilo
José Cela: Premio Nobel, por cierto. Y lo hizo cuando
hablar de semejante parte del cuerpo era tenido por una
ordinariez de mucho cuidado. Don Camilo, con el paso de los
años, reconoció que las mujeres españolas habían pasado de
ser paticortas y culibajas a tener unos culos
impresionantes. De los que hacían posible que los caballeros
perdieran los estribos y cuanto hubieran de perder por vivir
obsesionados con esa parte del cuerpo que acabó
convirtiéndose en santo y seña de las féminas.
Una mujer -y un hombre, por qué no- que tenga unas nalgas
que se metan por los ojos es, sin discusión posible, capaz
de conseguir lo que no consiguen aquellas otras que presuman
de carreras y masters. Desgraciadamente es así. Por más que
nos duela reconocerlo. Unas nalgas hemisféricas y rotundas,
sin duda, hacen posible milagros insospechados.
Los buenos culos, los trabajados en gimnasios, fueron
abriéndose paso en los principios de nuestra democracia y
convirtieron a Eduardo Úrculo en un pintor de
renombre. Los culos de Úrculo, uno de los principales
exponentes de la pintura pop en España, llamaron mucho la
atención de Francisco Umbral. Quien no dudó en
reflexionar sobre los desnudos femeninos del artista. Y,
desde luego, Umbral no se privó lo más mínimo a la hora de
contarnos el atractivo visual y táctil que las humanas
cachas ejercían sobre él. Por más que hubiera señoras
pacatas -y hombres ñoños- que incluso en los años setenta
eran capaces de poner el grito en el cielo por semejante
desfachatez. La de Umbral, claro es.
Pues bien, contado lo que he creído oportuno contar en
relación con el culo -o los culos-, vuelvo al asunto que nos
concierne. Al parecer, pues asegurar algo es exponerse a que
le digan a uno que se ha metido en camisa de once varas, la
idea de hacerse con el cuadro realizado por Pérez Villalta,
artista tarifeño, que jamás ha expuesto en Ceuta, se debe a
la mucha importancia que a esa parte del cuerpo le concede
Ana Lería: directora del Museo de Ceuta y que apalabró
la compra de ese cuadro, de común acuerdo con Francisco
Márquez, consejero de Hacienda. Sea como fuere, y a
pesar de lo que diga Mabel Deu, debo destacar y destaco el
buen gusto de Lería y Márquez al comprar un cuadro que quizá
fue hecho tomando como modelo el cuerpo de una consejera
nuestra. Pueden ponerle nombre al culo de la señora.
Faltaría más.
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