La llegada a la Presidencia de la
Confederación Hidrográfica del Guadalquivir de un ceutí como
Joaquín Castillo debe servir para que tanto Delegación del
Gobierno -con relación directa-, como Ciudad Autónoma
establezcan mayores y profundas relaciones, aún más sólidas
de las actualmente existentes que permita fundamentalmente
aliviar situaciones y concretar la planificación prevista en
función de las contraprestaciones que se mantienen entre el
gobierno autónomo como gestor del agua y la propia CHG como
responsable de la cuenca y, en este caso, del embalse y todo
lo que en él concierne. Se trata pues de una oportunidad
clara para mayores y mejores sinergias habida cuenta del
profundo conocimiento, por ser natural de ella, que el nuevo
presidente tiene de Ceuta
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