No contaba con que alguien me
recordara que no he escrito nada relacionado con el partido
jugado, el domingo pasado, entre la Asociación Deportiva
Ceuta y el Calvo Sotelo. Pensaba que me iba a ir de rositas.
Sin pagar factura por ello. Pero que si quieres arroz,
Catalina. Vaya, hoy me ha dado por hacer uso y abuso de las
expresiones populares. Y todo para acabar diciendo que me
han llamado por teléfono para decirme que se me ha visto el
plumero al no decir ni pío de lo acontecido entre el Ceuta y
el equipo de Puertollano.
Quien me llama cree saber mucho de fútbol. Y si no sabe
tanto, él está convencido de que sí. Y sería injusto
desengañarle, cuando el hombre está a punto de ingresar en
mi club; es decir, en el de los que hemos cumplido los
setenta años. Ahora bien, lo que ni puedo ni debo negarle a
este estimado conocido es el derecho a considerarle muy buen
aficionado y mejor seguidor del primer equipo de su pueblo.
Así que por ambos motivos, que no son moco de pavo, aguanté
estoicamente el rapapolvo recibido por parte de una persona
que vive intensamente los avatares de la ADC. Las
vicisitudes de un conjunto que esta temporada le ha vuelto a
ilusionar. Hasta el punto de hacerle decir a cada paso que
el ascenso se conseguirá esta temporada.
En cambio, la pasión por su equipo no le quita a este buen
aficionado el conocimiento. Y, dado que él confía mucho en
mis opiniones futbolísticas, se ha sentido defraudado porque
esta semana di la callada por respuesta. O sea, que mantuve
un silencio sepulcral sobre lo ocurrido entre ceutíes y
manchegos.
De nada le valieron mis excusas. Pues le dije que yo no
tengo la menor obligación de opinar en esta columna, ni en
las páginas dominicales, de fútbol. Y que si lo hago, de vez
en cuando o cuando me apetece, es porque creo que puedo
aportar algo a la causa.
-Entonces, debo entender, me responde el buen aficionado,
que el partido contra el Calvo Sotelo fue tan perfecto como
para evitarte a ti la necesidad de enmendarle la plana a
nadie.
Como podrán comprobar ustedes, sobre todo quienes estuvieron
en el Murube, el domingo pasado, el buen aficionado más que
ironía lo que luce es un sarcasmo capaz de rasgar cual el
más certero bisturí. Y, claro, durante un momento, se hizo
el silencio telefónico. Mínimo tiempo que me tomé para
contestarle:
-Mira, cuando yo escriba de la ADC, lo haré siempre sin
ánimo de corregir a los técnicos del equipo. Que bien saben
ellos las razones que tienen para distribuir a los jugadores
en el campo, tras dar a cada futbolista la misión concreta y
correspondiente al partido. Pero hay más: hace ya bastantes
días, así como quien no quiere la cosa, dejé yo caer, donde
debía, algunas de mis ideas que bien podrían servir a la
causa. El domingo, en vista de que seguí observando, dentro
de los muchos aciertos del equipo, defectos anteriores,
pensé que lo mejor sería no insistir en el tema. Ya que
tales defectos son fáciles de corregir. Y que a lo mejor se
están produciendo porque la cantidad de partidos habidos
hasta ahora han impedido que los jugadores sean entrenados a
conciencia.
-Manolo, Hablemos de la visita del Fútbol Club
Barcelona...
La visita de Barcelona ha generado ya un ataque de envidia.
Los envidiosos, todos localizados, acabarán intoxicados. ¡Uff!...
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