Jueves de huelga, quiero decir
jueves de juerga. Porque eso es lo que en el fondo han
desarrollado muchos ciudadanos, muchos.
Como soy así de impulsivo, acudí a Barcelona capital para
presenciar las manifestaciones que se sucederían a lo largo
del día.
Estoy, en parte, por la huelga, dado que me congelan la
pensión sin darme respuesta a la pregunta: ¿hasta cuándo?
En parte no estoy con la huelga porque utilizan un arma que
no se debería utilizar en una democracia: la presión de los
piquetes violentos.
Otros ciudadanos, si es que son dignos de esta denominación,
aprovechan el momento para hacer de las suyas.
Son los delincuentes, los que se llaman antisistema pero que
son antitodos.
Okupas que asaltan la antigua sede del Banco Español de
Crédito y lanzan botellas de vidrio contra las fuerzas de
seguridad que, al final, consiguen desalojarlos.
Lamentablemente, en un momento dado, asaltaron un comercio y
arramblaron con cuantos artículos encontraron a su paso
aprovechando que no había ningún agente por las cercanías,
concentrados como estaban en el epicentro de las
manifestaciones violentas de los antisistema.
Pasemos a los números que danzan en diversos medios de
comunicación. Números referidos a la participación en la
Huelga General.
Según los sindicatos convocantes, han secundado la huelga un
70% de los ciudadanos –será de los trabajadores en activos,
cosa difícil de creer- cuando en Barcelona han sido unos
140.000.
Los sindicatos afirman que han sido 400.000, cifra
truculentamente dispar si calculamos las zonas ocupadas. Si
realmente fueran esa cantidad, estaría ocupada una zona
amplísima, desde lo alto de la Diagonal, pasando por la
plaza de España, hasta la estatua de Colón, al final de las
Ramblas. No fue así.
No tienen razón los piquetes al exigir a los comerciantes
que cierren sus establecimientos. Una cosa es que si los
empleados de los pequeños comercios decidan ir a la huelga y
otra que obliguen a cerrar cuando es el propietario el que
se queda trabajando. Los sindicatos no les dan de comer.
Lo cierto es que esta huelga tiene que ser una huelga
fantasma, forzosamente, por cuanto los sindicatos exigen, sí
señor exigen, a los trabajadores que la secunden… a la hora
de acudir a un sindicato para reclamar unos derechos, lo
primero que exigen o presentan como excusa es que deben
estar afiliados los mismos trabajadores que se manifiestan.
Digan lo que digan los sindicalistas, la huelga ha resultado
un fracaso, al menos en Barcelona, ya que solo cierran los
chinos y eso porque…
La responsabilidad de los sindicatos con los piquetes es
total, digan lo que digan, y la violencia desatada por estos
últimos dejan en evidencia a los primeros. Siempre
manifiestan que son piquetes informativos pero a la hora de
la verdad sueltan mil hostias condicionando, con ello el
derecho al trabajo.
¿Qué pintan las banderas nacionalistas en la huelga?
Bueno, serían demasiadas preguntas para avalar una
manifestación que no han cuajado bien en el sentir de la
mayoría de los ciudadanos, si no… ¿por qué prefieren tomarse
a cachondeo la misma e irse a la playa, montaña, pasear por
el parque y celebrar fiestas verbeneras en los barrios?
Bestias los hay siempre, bestias que destrozan coches y
autobuses simplemente por ganas de destrozar lo que sea.
Bestias que arramblan con artículos de los comercios,
realmente roban, y rompen escaparates, muebles, etc. que no
tiene culpa alguna.
Más bestias son esos tipos y tipas antisistema. No tienen un
elemento, realmente válido, que avale sus actuaciones.
Malo será si toleramos esto.
|