El aumento de la presión migratoria en las últimas semanas y
las frecuentes repatriaciones que la Delegación del Gobierno
está llevando a cabo empieza a constatarse en la vía pública
melillense, con la proliferación de chabolas construidas por
los propios subsaharianos, que han abandonado el CETI por
temor a ser detenidos para regresar a sus países de origen.
Estos asentamientos han suscitado las protestas de los
melillenses que desde hace varios días tienen a los
inmigrantes y sus chabolas como nuevos vecinos, debido a las
molestias y la sensación de inseguridad que les invade.
La corta distancia que hay entre algunas de las chabolas y
los núcleos residenciales ha despertado las protestas
ciudadanas, que piden una solución a un problema que va
camino de prolongarse en el tiempo. Y es que, a pesar de que
la proliferación de chabolas de inmigrantes no es un nueva,
sí llama la atención que ahora estén tan cerca de viviendas.
Las laderas del río, el Cerro de la Palma Santa, la
Carretera de Farhana y el tramo de carretera que hay entre
el CETI y el puesto fronterizo de Mariguari son algunos de
los lugares elegidos por decenas de subsaharianos para
asentar sus chabolas. De este modo, pretenden evitar ser
encontrados por la Policía cuando ésta acuda al CETI para
detenerlos y repatriarlos a sus países de origen en
cumplimiento de la Ley de Extranjería, según apuntaron a
este Diario fuentes próximas a los ‘sin papeles’.
Versión de la Delegación
En la Delegación del Gobierno tienen conocimiento de esta
evasión de los inmigrantes, aunque la institución asegura
que nada puede hacer para evitarlo, ya que el CETI “no es un
centro de internamiento, sino un lugar de acogida” en el que
se presta a los inmigrantes servicios básicos como un techo
donde cobijarse, manutención, indumentaria, asistencia
sanitaria y formación.
Por lo tanto, permanecer en el CETI es una decisión que
depende de los inmigrantes, insisten fuentes de la
Delegación del Gobierno consultadas por MELILLA HOY.
La institución dirigida por Gregorio Escobar no tiene datos
exactos del número de inmigrantes que ha podido abandonar el
CETI, ni si éstos acuden al centro para comer, asearse o
recibir otro tipo de asistencia ya que eso es “muy difícil
de controlar”, apuntó la Delegación.
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