El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, aseguró
hace poco en el Congreso de los Diputados que el Gobierno
había aumentado los medios técnicos y humanos de la Guardia
Civil en Melilla en los últimos años.
Esta organización aseguró que la situación de precariedad
lleva años siendo una constante en los servicios que deben
realizar los guardias civiles de Melilla, especialmente los
destinados a la vigilancia de las fronteras marítimas, cuyas
garitas acumulan numerosas deficiencias que hacen
prácticamente insoportables las guardias de los agentes.
Rodeados de basuras y ratas, en garitas sin electricidad,
aire acondicionado o calefacción, los agentes deben vigilar
las 24 horas del día la llegada de inmigrantes por vía
marítima, utilizando unas cámaras térmicas obsoletas de
escasa potencia y nula comodidad.
Según la AUGC, cuatro garitas son las que presentan mayores
deficiencias, concretamente las que están ubicadas en el
tejado del Museo Militar, el faro, la depuradora de aguas
residuales, y el dique sur. La primera de ellas tiene la
peculiaridad de ser una caseta de madera, de sólo un metro
cuadrado de superficie, con una sombrilla de mimbre como las
de la playa al lado.
Hasta hace seis meses, la situación era aún peor, ya que los
guardias prestaban servicio a la intemperie y refugiándose
en los baños del museo los días de lluvia. Debido a las
obras de rehabilitación que se están haciendo en la zona,
todas las noches salen gran cantidad de ratas que
“acorralan” literalmente a los agentes, que deben llevar
pegamento para cazarlas. Para llegar a la garita del faro,
los agentes tienen que subir por una escalera de caracol
completamente rota y oxidada que corre el riesgo de
desplomarse cualquier día. De hecho, Interior ha colocado
unas mallas de plástico que dan cuenta del peligro que
corren los 12 guardias que suben todos los días por ellas. A
sus pies, además, hay tal acumulación de basuras, que parece
un auténtico vertedero.
Las garitas de la depuradora y el dique sur comparten el
handicap de la pestilencia, sobre todo la primera, que está
dentro de la planta y tiene el contenedor de las heces a
sólo tres metros de distancia. Los guardias a veces han
necesitado asistencia sanitaria. Todas estas garitas tienen
en común la necesidad de mantener las ventanas abiertas para
que funcionen las cámaras térmicas que detectan la llegada
de pateras, un sistema obsoleto.
un alcance de 500 metros y un visor similar al de unos
prismáticos. “¿A esto se refería el ministro cuando dijo que
en Melilla había un SIVE?”, se preguntó la AUGC, que recordó
que ese Servicio Integrado de Vigilancia Exterior sólo lo
tiene la Guardia Civil en el Estrecho y en Canarias, y
permite detectar a los inmigrantes a 40 kilómetros de
distancia en cómodas pantallas gigantes.
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