En honor a la verdad, mi
participación en las fiestas de la Mercè barcelonesa tiene
un punto de motivación bastante elevado.
El vuelco de los dirigentes de la ciudad para fomentar las
actividades culturales tiene la contrapartida de una
participación ciudadana millonaria.
Lo único anodino, desangelado y bastante frío, como los
canapés que sirvieron, resultó ser la recepción del Alcalde
de la ciudad, acompañado por el presidente de la Generalitat,
José Montilla, a los presidentes de las entidades
culturales.
Hablo con Rafa Corral, el “eterno” mandamás de la Casa de
Ceuta y le pregunto si tiene pensado viajar a Ceuta para ver
al Barça, pensaba acompañarlo, pero me dice que no. Su
trabajo lo impide. Bueno, la intención está ahí.
Un apretón de manos, palabras de protocolo y discurso
generalizado en base a las fiestas cerró este acto
institucional.
Tan frío como la postura de los dirigentes del país ante la
convocatoria de la próxima huelga general.
Una huelga a la que se ha sumado los representantes del
mundo de la cultura. No dudan en salir para no perder comba
en el candelero de la actualidad.
Creo, sinceramente, que la huelga está condenada al fracaso.
No conseguirán que cambien las reformas laborales.
Estando como está firmada la reforma… buen pico de la nómina
quitarán a quienes la secunden. Más crisis en las familias
de los huelguistas.
¿Por qué han permanecido callados los sindicatos,
convocantes de esta huelga, cuando la irrupción de la
crisis? Veían venir la crisis y callaron.
Creo que los sindicatos han perdido el tren.
Los que se dicen representantes del mundo de la cultura… ¿no
eran esos que se ponían el dedo en la frente sobre la ceja,
como seña identificativa del presidente? ¿Qué les pasa
ahora?
Si las reformas no les afectan, viviendo como viven a bases
de subvenciones, están ahora perdiendo el norte.
Bueno, entre recepciones oficiales, convocatorias de
huelgas, apelaciones al derecho de los trabajadores…, me
quedo con El Rebenque.
El Rebenque es un bistró argentino, que de bistró no tiene
nada, donde sirven un exquisito menú a la carta que hace
reventar al mejor dispuesto. Sirven unos asados enormes. Los
precios también lo son.
A la salida, con intención de hacer un largo paseo por el
centro de la ciudad a fin de que la digestión agarre el tren
que perdieron los sindicatos, me encuentro con mi amigo el
alcalde de Mataró, Juan Antonio Barón, después de saludarle
como corresponde le pregunto si podría asistir a la
conmemoración del Día de Ceuta que suele organizar la Casa
en un hotel de la capital.
Me responde que no.
Es de Melilla, por si no lo sabían. Aunque lo dudo, de lo
que si estoy seguro es que sus padres sí lo eran.
Es un alcalde que suele estar con el pueblo pero sin contar
con él.
Sigo mi paseo, algo cargado de estómago pero ligero de
bolsillo, y me encuentro con Enric, fotógrafo de profesión.
Anda excitado por las numerosas fotos que ha conseguido de
diversos actos políticos y gamberriles. Sin que los actos
políticos estén unidos, de ningún modo, con los gamberriles.
Aunque hagan pensar que sí.
Ya de regreso a casa, la mía, me preparo concienzudamente
(sillón, bourbón Jack Daniel’s, almendras y cacahuetes,
etc.) para seguir el partido del Barça a través del plasma
TDT que me traje de Ceuta. Buen partido. Entretanto
Florentino se tira de los pelos.
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