En más de una ocasión es el regalo
de los padres a su hijo o a su hija, por haber aprobado el
Bachillerato y la Selectividad.
Vienen a coincidir, por lo general, la edad del final de los
estudios de Bachillerato con la edad autorizada para poder
ponerse al volante y dejo las excepciones de los que se
ponen al volante, antes de esa edad y sin carné,
naturalmente, además de poniéndose el mundo por montera. En
Ceuta hay más de un caso.
Estos casos, sin embargo, no me interesan, porque para algo
están quienes tienen que y pueden controlar esas cosas para
evitar otros males mucho mayores y con consecuencias
imprevisibles.
Por tanto, vamos a lo que es normal y a lo que está dentro
de las normas de una correcta convivencia y dejemos de lado
esas otras cosas que se escapan, cuando menos, de las leyes
de hoy.
Hace muy pocos días, menos de una semana, me encontraba con
una ex alumna del “Siete Colinas”, no se trataba de una
alumna cualquiera, sino de una de las cinco mejores, por su
expediente y sus comportamientos, de este instituto en los
últimos cuatro o cinco años. Una de esas alumnas que dejan
huella en sus compañeros y, por qué no decirlo, también en
los profesores. Yo me alegro haber sido profesor de esta
alumna.
Ni que decir tiene que volverte a encontrar con alumnos o,
en este caso, alumnas que pasaron por tu clase de forma
brillante y siguen estudios superiores con éxito es algo que
a todos nos gusta, a mí por supuesto.
La alumna esta, en cuestión, en la actualidad está
estudiando una de las carreras universitarias más
complicadas de las que hay en estos momentos y, de la misma
forma que en la ESO y en el Bachillerato era una número 1,
en la Universidad sigue el mismo ritmo.
Para ella los suspensos no existen, mejor dicho no existían,
por cuanto unos minutos antes de encontrarse conmigo, había
tenido la “sorpresa” poco agradable de que no había aprobado
el carné de conducir.
Esto es la “releche”, es lo que comentábamos y ella, con la
sinceridad y la generosidad que da el saber vencer las
dificultades, por grandes que sean, me decía:” Ahora ya,
también, puedo hablar de la experiencia de tener un
suspenso”.
La cosa es así, cuatro años en la ESO con todo
sobresaliente, dos en Bachillerato con nota media de
Matrícula de Honor, un par de años en la Universidad, con
buenísimas notas y cuatro días en busca del carné de
conducir, sin poderlo lograr a la primera.
¿Tanto se exige en esto ahora?. No lo sé, porque hace muchos
años que pasé por ahí, pero si se complica tanto, aunque
sólo sea por las dificultades, cada día más, que entraña el
tráfico hoy, a lo mejor, desde el organismo correspondiente,
tienen que tratar de solucionarlo haciendo nuestras
carreteras tan anchas como largas.
Y es que así los no demasiado espabilados lo podrían lograr
pronto, mientras que los buenos de verdad, al menos en
materias más serias, no tendrían en sus expedientes la
“mancha” de tener que juntar al lado de varios
sobresalientes en “Teleco” un suspenso en el carné de
conducir.
Esto, para mi ex alumna, considero que no debe ser más que
una simple anécdota, que ni siquiera será de mal gusto, más
bien la anécdota de que con las cosas difíciles se puede
salir adelante, mientras que con lo, teóricamente, fácil te
puedes estrellar. Nunca mejor utilizado el término, al estar
en tráfico.
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