Con el comienzo del nuevo curso
escolar, con la mente puesta en el fracaso escolar
acumulado, se hace el firme propósito de que el período de
nueva iniciación, será mejor, es decir, se reducirá en lo
posible el citado fracaso.
Da la sensación que, el hecho en sí, parece ser una
determinante para que se produzca. Es una situación que
puede convertirse en realidad: los alumnos que abandonaron
las aulas antes de finalizar la ESO, empiezan a volver, y
los que se lo plantean ahora no encuentran hueco en el
mercado laboral. La realidad es la triste estadística, un
30% de alumnos dejan los estudios antes de obtener la ESO.
A pesar de lo que pueda suceder con respecto a la reducción
del citado índice de abandono y el consiguiente fracaso
escolar, en general, el nuevo curso presenta la innovación
de equipamientos informáticos, más centros bilingües y
prestación de atención especial a las bajas de profesores
por distintas causas.
De todas formas, siguen existiendo dos cuestiones que ocupan
el centro del debate: en primer lugar, el respeto al
profesor, no resuelto, aunque en cursos anteriores, en
muchos centros se producían graves problemas. Ahora se
protege más al docente con la presunción reconocida de
veracidad de su testimonio y el reconocimiento de autoridad
magistral y académica, por lo que las posibles agresiones no
quedarán inmunes. En segundo lugar, la alta ratio que
empieza a observarse en muchos centros, con la sobrecarga
que significa para los docentes, aunque, como siempre suele
ocurrir, se espera de ellos un esfuerzo extra.
El reconocimiento de la autoridad del profesorado, no sólo
legalmente, sino también por parte de los poderes de la
administración educativa, que debe prestar especial atención
a tan delicado tema. Hay que mejorar la convivencia en los
centros, con especial dedicación a los conflictos de baja
intensidad.
No podemos perder de vista que a nuestro sistema educativo
le haca falta estabilidad y consenso en las leyes
educativas. En los últimos cuarenta años se han publicado
cinco Leyes Orgánicas de Educación con infinidad de decretos
y órdenes, muchas contradictorias. Tantos planes de estudios
terminan por crear una gran confusión, porque se da la
circunstancia de que la última no mejora a la anterior y,
además, siempre se modifican por intereses políticos.
Pero, a pesar de todo ello, el principal responsable de la
Educación en nuestro país, sin ser “eufórico ni
catastrofista” evalúa así el actual momento de la educación:
“mi diagnóstico es realista: España ha mejorado
extraordinariamente su Educación en los últimos 25-30 años”.
Es posible que, con la llegada del nuevo curso, se convierta
en claras realidades lo que todos deseamos fervientemente,
con la cooperación, colaboración y coordinación. En palabras
del Sr. Ministro, “hay que trabajar siempre con consenso,
buscando general confianza”.
Como “agua de mayo” se espera la puesta en marcha del “plan
de acción” de sus doce puntos para este curso, cuya
prioridad es mejorar el rendimiento escolar de todos, de los
que sufren dificultades específicas, de los que tienden al
abandono y también de los que tienen especiales cualidades.
Por otro lado, desde la flexibilidad al sistema incorporando
con más contundencia una Formación Profesional, que no sea
un reducto de los incapaces y sea la cantera profesional que
el país necesita.
A este respecto conviene recordar que, ya con la Ley General
de Educación (1.970) se hacían claras clasificaciones en
todos los centros, orientando a todos los alumnos que no
habían conseguido su Graduado Escolar, hacia una deficiente
Formación Profesional, que se denomina “Maestría
Industrial”, a la que se incorporaban algunos alumnos con
clara vocación hacia las especialidades que se ofertaban.
No es tan fácil conseguir, de la noche a la mañana, que
nuestro sistema educativo sea competitivo, es necesario
introducir profundas reforma, en la línea de sustentar la
educación en el respeto al profesor y los compañeros, el
reconocimiento del esfuerzo como un valor necesario,
recuperar el ejercicio de la memoria como factor positivo en
la formación integral del alumno y la valoración de los
contenidos como base de la formación académica.
Se deben tomar medidas verdaderamente consensuadas con el
profesorado, para que no ocurra como con “el programa de
calidad y mejora de los rendimientos escolares”, en los
centros públicos, que fue rechazada por la mayor parte de
los centros, desmotivando aún mas a gran parte del
profesorado.
Es necesario, pues, una apuesta por la enseñanza pública sin
complejos, de claridad, no subsidiaria del sistema: es la
única que garantiza la educación de todos los ciudadanos en
términos de equidad, base de un estado democrático.
Por otra parte, es necesario valorarla adecuadamente e
invertir en ella, pues es el eje de la sociedad productiva.
Mejorar las condiciones de los profesores, pues habría que
analizar si están convenientemente valorados lo que imparten
clases en ciclos superiores de Formación Profesional, en los
que los alumnos han debido cursar un bachillerato o prueba
equivalente como los alumnos universitarios.
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