La comunidad gitana de Ceuta se siente decepcionada por la
tibieza con la que los gobiernos europeos han reaccionado
ante las expulsiones masivas de miembros de la etnia en
Francia. Su portavoz, Miguel Jiménez, se mostró de todos
modos tranquilo sobre su situación en la ciudad autónoma
porque aquí todos los gitanos son sedentarios y viven en una
ciudad acostumbrada a la diversidad cultural.
La comunidad romaní de Ceuta se encuentra molesta por lo que
entienden un viraje de los gobiernos europeos respecto a la
posibilidad de sancionar al Estado francés por las
expulsiones masivas de gitanos de origen rumano de su
territorio, básicamente los que forman poblados. “Esperamos
que los tribunales resuelvan esta cuestión”, dice su
portavoz Miguel Jiménez.
Sin embargo, este malestar no se traduce en preocupación
porque el reflujo de estas medidas de corte racista pueda
atravesar los Pirineos y llegar hasta España y, por ende, a
Ceuta.
Como recuerda Jiménez, “en Ceuta todos tenemos la suerte de
ser sedentarios, lo mismo que en Andalucía. De hecho, mi
abuelo ya vivía aquí”, argumentó el portavoz de la
comunidad.
Jiménez cree además que en la ciudad autónoma se dan otras
circunstancias añadidas para estar tranquilos a este
respecto. “Al ser Ceuta una ciudad fronteriza la sociedad
asume mucho mejor la diversidad cultural. Aquí la gente no
se divide entre payos y gitanos, la composición cultural de
la sociedad se percibe en función de otra serie de
criterios”, continuó argumentando el portavoz de la
comunidad romaní ceutí.
Como prosiguió explicando Jiménez, la comunidad gitana de
Ceuta está compuesta por unas 700 personas, que han podido
convivir durante décadas con el resto de la población sin
que se haya producido ningún tipo de fractura social.
Es más, Jiménez abundó en la idea de la tolerancia que
existe no sólo en Ceuta, sino en España, respecto a la
convivencia con la población gitana. Según prosiguió
exponiendo, los brotes racistas contra los gitanos en el
territorio español no obedecen más que a casos aislados y en
ningún momento puede considerarse una actitud constante. El
arraigo de esta etnia en la cultura española también ha
jugado mucho en favor de este proceso de integración, por lo
que bien podría servir de ejemplo para el resto de Europa y
del mundo.
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