Optimismo, lo que se dice
optimismo no lo veo a mi alrededor. Todos son caras largas y
gestos de malhumor en quienes leen la prensa o ven los
telediarios en la enorme pantalla del Casinet.
Nuestro presidente del Gobierno, pese a quién pese, declara
que da por saldada la crisis española y por otro lado
defiende la expulsión de los gitanos búlgaros y rumanos…
Bueno, optimista si lo es nuestro presidente, pese a quién
pese, pero creo que exagera el asunto. SI lo hace de cara a
los mandamases del dólar será para mostrar una cara
totalmente distinta y además demasiado maquillada, creo.
La crisis sigue ahí si sólo van a hacer “pequeños ajustes” a
las rentas más altas, según Salgado.
La crisis sigue ahí si el IPC sigue como sigue. Con las
eléctricas frotándose las manos ante la posible subida, la
doy por hecha, del recibo.
La crisis sigue en pie porque los parados siguen aumentando,
los desahuciados siguen pagando y los jubilados siguen
rascándose el ombligo intentando calcular cuánto le quedará
de su pensión en el momento de la congelación, de ésta no de
él.
La crisis sigue caminando cuando se siguen descubriendo
tramas urbanísticas que evaporan el dinero, de manera tan
alarmante, a través de empresas fantasmas.
Bueno, aún no acabó ni la tercera parte de la crisis cuando
empieza una nueva.
Que Juan Vivas salga a manifestar “Ceuta no es un problema”
tras la foto de Zapatero y Mohamed VI, esto y un poco más es
lo que hicieron los dos líderes, trae consigo una serie de
cuestiones que en nada, de tiempo, se convertirán en punto
de arranque de más problemas.
Aunque eso de no poner “peros” a la mencionada reunión me
parece un exceso de protagonismo.
Por otro lado, agradecería a mi amigo y presidente, Juan
Vivas, que estudiara un poco más la historia de nuestra
ciudad y con ello poder replicar con garantías a Ignacio
Sotelo.
No debe ni puede obviarse la historia, profunda y más
cercana… pero inventarse entradas inexistentes puede
volverse en contra.
No entro en más detalles de su abierta declaración. En el
fondo, la misma sería más contundente y eficaz, pero sé que
guarda un as de diplomacia según el caso.
Sabemos, y de sobras, que Marruecos es un país expansionista
territorialmente, como lo es el Islam en razón a la
religión.
Las pretensiones de homogenización del Islam en nuestra
ciudad, según palabras de un ferviente musulmán, tienen un
trasfondo político que tiene mucho que ver con futuros
problemas, al tiempo.
No esperemos, nunca, una sincera colaboración de quienes
ponen una sonrisa y, a la vez meditan para sus adentros
donde meter el sopapo.
Lo cierto es que la historia contemporánea demuestra que la
sinceridad siempre está ausente en ese tipo de contactos
cupulares.
Tanto como en las declaraciones, bien intencionadas, sobre
la crisis.
Bueno, pasemos al tema de la inmigración.
No somos espacio Schengen y por lo tanto no deberíamos
aceptar inmigrantes. ¿Por qué no los desvían a la península
cuando los “pillan” en el mar?
Lo cierto es que desde los incidentes de la frontera
marroquí con la ciudad de Melilla, existe un grupo de
presión que hace la vista gorda en partidas de inmigrantes.
Llenando las dos ciudades, tienen más facilidades de actuar.
Antes de estar contentos con el encuentro de Zapatero y
Mohamed VI, habría que exigir inmediato reconocimiento de
las dos ciudades como territorios Schengen, eso creo.
Sin embargo, el optimismo queda oscurecido por la desidia de
quienes tienen, realmente, en sus manos sentar los puntos
sobre las íes. Por razones que se escapan al caso, a mí no,
prefieren hacer el juego del póker.
Andando veremos lo que pasa. Que no sea “ná”
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