La Asociación Deportiva Ceuta le
ha dado la primera alegría a Juan Vivas: ahí es nada
que éste haya podido llamar a Sandro Rosell, presidente del
FC Barcelona para decirle que Ceuta está dispuesta a
celebrar cual fiesta grande la visita del Barcelona que él
preside. El presidente de la ciudad, gracias al fútbol,
vuelve a vivir momentos estupendos.
Juan Vivas llevaba mucho tiempo sin poder disfrutar de una
situación capaz de levantarle el ánimo que va marchitando
los muchos años del duro bregar en la vida pública. El ánimo
de Vivas, según me han dicho, estaba de capa caída. Menos
mal que el sorteo de la Copa del Rey ha sido como una
especie de bálsamo de Fierabrás que le ha puesto nuevamente
en situación de sacar pecho.
Vivas es persona que no necesita de mucho asesoramiento. Ya
que tiene un conocimiento muy grande de cómo hay que
desenvolverse en una ciudad que él domina de cabo a rabo.
Sin embargo, como humano que es, a Vivas le gusta que le
cuenten milongas.
Las milongas, o sea, las mentiras, se las cuentan sujetos
que han vivido demasiado tiempo bajo la protección de un
presidente que comienza a darse cuenta de que tales asesores
le sobran. Sobre todo a raíz de que hayan tratado de
convencerle de que debe abandonar la primera planta del
edificio municipal, por razones de seguridad, y trasladarse
a la tercera.
La tercera planta del ayuntamiento es muy conocida por las
desgracias que acarrea a quienes se aposentan en ella. Es
una planta fatídica. Quizá debido a que en ella ha habido
muchos políticos que la han usado como habitáculo para
mantener relaciones extramatrimoniales a costa del
presupuesto público.
Podría dar nombres de concejales y consejeros que han vivido
plenamente el amor furtivo en la tercera planta. Pero no lo
haré. A pesar de que no tuvieron la delicadeza de pagar sus
amoríos con dinero propio y no con dinero ajeno; es decir,
con el de los contribuyentes.
Es lo que me contaba, días atrás, en el comedor de verano
del Hotel Parador La Muralla, un político veterano: “Si los
fantasmas de la tercera planta del edificio municipal
hablaran, seguramente habría personas que nunca más se
atreverían a decir esta boca es mía”. La tercera planta del
edificio municipal, ha sido durante muchos años un picadero.
Y los ruidos que se venían oyendo en ella eran jadeos y
susurros de parejas entregadas al fornicio.
La tercera planta del edificio municipal, además, carece de
buena suerte. En ella han estado trabajando Elena Sánchez
y Pedro Gordillo. Amén de políticos secundarios que
atraían la mala suerte como el pararrayo atrae las descargas
eléctricas atmosféricas. Por todo ello, y por cuestiones que
me reservo, no acabo de comprender que algún listo,
revestido de asesor, se haya atrevido a proponerle a Juan
Vivas que se traslade a la tercera planta del edificio
municipal, por cuestiones de seguridad.
Y a mí sólo me cabe decir que la propuesta es demencial.
Menos mal que el presidente Vivas, que no tiene pelo de
tonto, ha dicho, según he sabido, que nones. Y está dedicado
a vivir plenamente el acontecimiento que se avecina: la
visita del FC Barcelona; el mejor equipo del mundo, desde
hace varios años. Gracias a la buena suerte que tiene José
Antonio Muñoz.
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