Un día de agosto, concretamente un
martes, tras asistir al partido jugado por la Asociación
Deportiva Ceuta con el Xerez, en Rota, regresé yo a El
Puerto de Santa María para cenar con unos amigos, todos
ellos vinculados al fútbol y, por tanto, conocedores de la
personalidad de José Antonio Muñoz. Uno de los comensales,
cuando saboreábamos el güisqui del momento, me dijo que
consideraba muy arriesgado el regreso de José Antonio
Muñoz a la presidencia de la ADC. Porque todo lo que no
fuera el ascenso del equipo sería considerado un fracaso.
Mi respuesta fue la siguiente: mira, fulano, el fracaso es
inevitable para quien busca el éxito. Es el riesgo que
subraya la grandeza del emprendedor y, por su mera asunción,
justifica y otorga respeto y consideración a quien, como
Muñoz, es capaz de asumir una tarea compleja, a pesar de ser
consciente de que el camino emprendido no es llano. Es más,
te aseguro que José Antonio está preparado para soportar los
tropezones con la entereza que le proporciona el
conocimiento que tiene de la empresa en la que se ha metido
nuevamente (Esta respuesta consta en una columna que me fue
publicada el 1 de septiembre).
José Antonio Muñoz es un hombre de suerte. Es lo que vengo
oyendo desde que López Ufarte sacó las papeletas del
emparejamiento de la ADC con el Barcelona, correspondiente a
los dieciseisavos de la Copa del Rey. Y a mí se me ha
ocurrido decir que sí. Que Muñoz es hombre de éxito en todo
cuanto emprende. Negarlo sería absurdo. Pero en cuanto he
podido, no he tenido el menor empacho en decir que la suerte
se pone del lado de las personas que son capaces de salirse
de la raya sin tener miedo a los errores. Personas que están
dispuestas a convertir en realidad cualquier sueño. Aunque
en el empeño sepan que pueden dejarse media vida.
Muñoz, como dije cenando en El Puerto de Santa María, hace
más de un mes, quiso ser presidente de la ADC, otra vez,
porque su sueño consiste en ascender al equipo de su tierra.
Por dos razones muy principales: una, porque ha nacido aquí.
Y es ceutí, sin alharacas, por los cuatro costados. Y otra,
porque su pasión por el fútbol es contagiosa. La suya y la
de Ángel Muñoz: ese hijo que vive con entusiasmo todo
cuanto se refiere al primer equipo local.
No obstante, con haber nacido en esta tierra y beberse los
vientos por el fútbol no se consiguen los logros que José
Antonio va consiguiendo: el primero, ha consistido en
hacerse cargo del equipo en época de grandes dificultades
económicas. Viéndose precisado, pues, Muñoz, a rascarse su
bolsillo. El segundo, ha sido reunir una plantilla
extraordinaria, sin apenas tiempo, poniendo al frente de
ella a un entrenador competente; pero sin conocimientos de
la categoría. Lo cual es sinónimo de valor. Y, por si fuera
poco, aparte de haber sumado ya diez puntos el equipo, llega
el logro indiscutible: el día 27 de octubre los ceutíes
podrán ver en el Murube al mejor equipo del mundo, desde
hacer varios años: el FC Barcelona. Noticia extraordinaria.
A la que se ha sumado la victoria del equipo en Jumilla.
José Antonio Muñoz es un hombre de suerte. Claro que sí. Por
algo muy sencillo: busca la suerte y cuando la encuentra
suele gestionarla de manera formidable. Lo cual parece muy
fácil. Pero pocos son los que consiguen atraerla y, sobre
todo, domeñarla.
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