Hay cosas que no comprendo de la política española, aunque
lleve medio siglo viviendo aquí. A saber, que las cosas se
hagan para tocar las narices de alguien o que no se hagan
para evitar tocar las narices de otro. No entiendo —por
ejemplo— que el equilibrio entre el centro y la periferia
conlleve que a vascos, gallegos y catalanes jamás se les
haga lo mismo que a murcianos, extremeños o andaluces, pero
es que en las fronteras internacionales ocurre tres cuartas
partes de lo mismo: ¿por qué a los ingleses les tocamos las
narices en tiempos del submarino «Tireless» y a otros países
los dejamos que nos toquen lo que les dé la gana? No he
dejado de pensar en todo esto al ver la que se ha montado
por la segunda visita de otro político español a la ciudad
española de Melilla.
Vaya por delante que tanto delito tiene que unos protesten
porque Rajoy vaya a Melilla para tocarle la nariz a los
marroquíes, como que otros piensen que yendo a Melilla Rajoy
le ha tocado las narices a Zapatero. ¿Y Melilla qué? Unos y
otros la han utilizado para salir en las fotos y acaparar
titulares, en esa larga pelea por puntos que es toda campaña
electoral. Si de verdad hubiera interés en dejar claro lo
que representa Melilla, ya mismo tendrían que convertirla en
sede de los partidos de la selección campeona del mundo.
Que los políticos vayan a Melilla tiene su punto, pero nada
comparado con lo que supondría que «La Roja» jugara partidos
oficiales en el estadio Álvarez Claro de Melilla. ¿Por qué
no se juegan en Melilla los partidos contra Escocia,
Lituania y Liechtenstein? ¿O en Ceuta? Seguro que si a los
melillenses les dan a elegir entre Rajoy y Zapatero o la
selección española de fútbol, los políticos quedarían
reducidos a su verdadera magnitud.
Sin embargo, lo que sería la bomba es que la Unión Deportiva
Melilla ascendiera a primera o fuera invitada a jugar en la
Liga de las Estrellas. ¿Se imaginan lo que representaría
para los aficionados marroquíes, que gracias a una ciudad
española tuvieran la posibilidad de ver al Real Madrid,
Barcelona, Valencia, Sevilla y Atlético de Madrid? Teniendo
en cuenta lo que se embolsa Al-Yazira por transmitir la liga
española a una audiencia de millones de televidentes de todo
el mundo islámico, sin duda Melilla adquiriría un
protagonismo inédito.
Si un empresario español llega a leer estas reflexiones
geopolíticas y futboleras, lo animo a estudiar la
oportunidad de negocio que representaría invertir en la U.D.
Melilla o la A.D. Ceuta para llevarlos a nuestra primera
división. Con lo que Florentino Pérez ha invertido sólo en
Cristiano Ronaldo, los equipos de nuestras dos ciudades
autónomas podrían equiparse como tiene que ser para subir a
la Liga Adelante. Con la U.D. Melilla y la A.D. Ceuta en la
Liga BBVA, los nombres de esas dos ciudades españolas
aparecerían en las quinielas, los suplementos deportivos y
los resúmenes televisivos de todos los canales europeos. Si
alguien quiere hacer patria, el fútbol es más simpático y
rentable que la política.
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