De comentarios andaba yo, durante
el descanso del partido Asociación Deportiva Ceuta-Caravaca,
cuando se me acercó Manolo Blasco para conocer, así
como quien no quiere la cosa, lo que se me había perdido a
mí en el Alfonso Murube. Y a mí, claro está, que no necesito
profesar de listo para coger las indirectas al vuelo, se me
ocurrió responderle que si voy al Murube es porque deseo
muchísimo que quien dirige los destinos del primer equipo de
la ciudad consiga los mejores logros durante su etapa en la
presidencia. Pero puesto ya a responder, dado que conozco el
percal, no tuve el menor inconveniente en mostrarle a mi
estimado MB la entrada de tribuna. Cuyo coste es de veinte
euros. Para que tomara nota de que como yo voy al fútbol
pagando religiosamente, siempre he decidido mi asistencia
cuando me ha dado la real gana.
Y, por si fuera poco, nunca he tenido inconveniente alguno
en informar a quien me lo haya requerido de las virtudes y
defectos del equipo local, durante el juego. Lo cual no deja
de ser, por mi parte, un acto de desprendimiento. Ya que
pocos profesionales de la cosa están dispuestos en todo
momento a emitir sus opiniones sin cobrar por ellas.
Del partido ADC-Caravaca, durante la primera mitad, opiné lo
siguiente: una vez más, Carlos Rivera (8) ha sido
capaz de hacerse con el mando de la zona vital del medio
terreno y ha conseguido que el Caravava parezca mejor equipo
de lo que es. El tal Rivera, al igual que cuando pertenecía
al Marbella, llegó al Murube convencido de que este campo se
le da muy bien. Y maniobrando con sencillez pasmosa, que
para sí la quisieran futbolistas más encopetados, maniató a
sus adversarios y le otorgo la oportunidad de lucirse a
Campillo. Compañero de línea –número 6-, cuya labor fue
a más y completó otro buen partido. Generando ambos, con su
trabajo a destajo, confianza a todos sus compañeros.
Entre Rivera y Campillo hicieron posible que se igualara el
partido entre dos equipos con aspiraciones bien distintas.
Por razones obvias. Y nos permitieron comprobar que en el
equipo local hay varios jugadores que deben entregarse en la
contienda. Vamos, que han de correr mucho más y dar más
pruebas de entusiasmo. Ya que el fútbol es un deporte de
conjunto donde si tres o cuatro componentes deciden sestear,
durante equis minutos, los demás se ven obligados a
repartirse la carga de trabajo.
En el fútbol nunca valió jugar andando ni mucho menos estar
en el campo dando muestras de indolencia. Para comportarse
así, cualquier futbolista necesita terminar todos las
temporadas marcando veinte goles como mínimo. De lo
contrario, su titularidad pronto será puesta en duda. Vivir
de la renta de tres pasecitos mientras se le exige a los
demás compañeros que trabajen a destajo, es comportamiento
que se debe evitar cuanto antes.
En la segunda parte, y a medida que Rivera fue notando
cierto cansancio, el equipo entrenado por Joao de Deus
fue a más. Y llegó el gol de Cañas (el cual, aunque
no haya hecho una pretemporada ideal, respira marcialidad
por los cuatro costados). Y luego, como no podía ser de otra
manera, marcó Javi Navarro. Me alegro por él. Pues
Javi ha comprendido que si a su experiencia y calidad le
suma voluntad y espíritu de sacrificio, será doblemente
válido. En Jumilla conviene sacar a relucir el carácter del
conileño.
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