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OPINIÓN - DOMINGO, 19 DE SEPTIEMBRE DE 2010

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Soy fan de ti

Por J. Félix Machuca


En un país donde nadie vende un piso por la crisis, España es capaz de vender dos ciudades al vecino de abajo…»

Antes de su viaje de apoyo a Melilla, Rajoy, presumo, tendría miles y miles de melillenses cantándole la canción que publicita una oferta especial de otoño en unos grandes almacenes españoles: Yo soy fan de ti. Después de la visita y su timorato repliegue táctico, hasta el punto de ser felicitado por Zapatero, las adhesiones habrán sufrido una sensible rebaja y en vez de cantarle la gente yo soy fan de ti, es posible que le dediquen algún que otro chiste de Chiquito, como el de aquel cobarde que… En fin, vísperas de mucho, días de nada.

¿Qué le ha pasado al caballo blanco de Rajoy en Melilla? ¿Qué ha ocurrido con su viaje de apoyo a la ciudad española para que, una vez allí, el caballo se le desinflara y con él toda la pasión patriótica desplegada por el líder de la oposición? Si yo fuera melillense me lo preguntaría. Y dudo que la respuesta fuera del agrado de los oídos de tan mariana figura. También debo preguntármelo como español. Y es a partir de esta línea cuando lo hago en voz alta para que puedan enterarse hasta los que prefieren oír mentiras tan grandes como algunas discotecas murcianas, obligadas a cambiar de nombre porque utilizan la de la ciudad del profeta. ¿?

Un catedrático amigo, camarada a su vez de un familiar directo de un alto diplomático español, me contó alguna vez que Ceuta y Melilla tenían plazo para culminar su ciclo histórico vinculadas a España. Al parecer, el alto diplomático citado, se lo confesó así a su familiar tras aquella Marcha Verde marroquí hasta el Sahara, pactada a altos niveles bajo los auspicios norteamericanos y que a España le garantizaría una transición arropada por el gran gendarme occidental. Como colofón, y a largo plazo, las dos citadas ciudades españolas dejarían de serlo. Desde entonces hasta acá hemos venido asistiendo no solo a insolentes posturas marroquíes, sino a dejaciones nacionales con dos ciudades españolas. Desde su desvinculación de las provincias de Cádiz y Málaga a las que pertenecían hasta la salida de militares de choque con carneros incluidos.

De ser cierta la confesión del alto diplomático español a su familiar, la insolencia marroquí tendría todo el sentido del mundo. Y más que insolencia habría que entender el estado de ánimo alauita como una frustrante espera en un tiempo que no quieren verlo convertido en unas calendas griegas. No habría insolencia por parte marroquí. Tan solo frustración por una espera prolongada. ¿Y por nuestra parte? ¿Cómo podríamos calificar el papel español en tan agria comedia si fuera cierto lo que dijo el diplomático? ¿De berenjena tomante? ¿De patético vendepatrias? ¿De traidor bíblico? ¿De cobarde impotencia? De ser cierta aquella confesión es razonable pensar que ningún español con vergüenza pueda considerarse ni fan de Zapatero ni de Rajoy. Pese a que en un país donde nadie vende un piso por culpa de la crisis, España sea capaz de vender dos ciudades al vecino de abajo. Y muy barato, paisa…
 

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