El 16 de junio de 1958, Antonio Torrecillas perdió su pierna
en Sidi Ifni en “una operación sencilla” en la que tuvo
“verdadera mala suerte”. Y, aunque después de aquel
accidente comenzó a estudiar para ser aparejador, este
vecino de la ciudad y emblemático militar fue incapaz de
“dejar el Ejército, lo que verdaderamente me gustaba
entonces y lo que nunca ha dejado de llenarme”. Torrecillas,
que ha servido en la ciudad en la Legión y en Regulares,
narra cómo siguió adelante con su carrera militar a pesar de
contar con una única pierna y desvela las claves de la
conocida como ‘Guerra Ignorada’, la “extremadamente poco
nombrada guerra” en la cual tuvo el accidente que le terminó
cambiando la vida.
Pregunta.- ¿Cuándo llegó a Sidi Ifni y cuánto tiempo
estuvo allí?
Respuesta.-Realmente, estuve muy poco tiempo destinado en
Sidi Ifni. Llegué allí el 5 de noviembre de 1957 y el 16 de
junio del siguiente año me hirieron y ya me evacuaron a
Madrid.
P.-¿Qué situación política había en el Sidi Ifni que usted
conoció?
R.-Ya había complicaciones desde que Marruecos consiguió la
independencia, pero hubo un problema más que fue el
definitivo. España tenía dos zonas de protectorado, la norte
y la sur, y el Gobierno de la época determinó que la zona
sur se podía anexionar al Sáhara Español y, cuando se otorgó
la independencia, únicamente se la dieron a la zona del
norte. La del sur siguió bajo la soberanía española y esto
trajo la llamada ‘Guerra Ignorada’, que aunque es muy poco
conocida, le costó a España 200 muertos, más de 570 heridos,
80 desaparecidos y 40 prisioneros.
P.-¿Con qué grado llegó a su nueva misión en Sidi Ifni?
R.-Llegué como teniente desde la Academia General Militar de
Zaragoza. Era de la décima promoción.
P.-¿Y cómo le hirieron?
R.-Tuve verdadera mala suerte. Cuando se hizo el Plan de
Defensa de Sidi Ifni, sólo se habían recuperado 120
kilómetros cuadrados de alrededor de 1.500, y en el cinturón
defensivo que rodeada a la ciudad había una posición
destacada que era preciso ocupar permanentemente porque
desde esa posición se podía atacar a la propia Ifni. Dicha
posición obligaba a tener siempre listos convoyes de
aprovisionamiento. El caso es que yo, como teniente, ya
había organizado varios y, el 16 de junio de 1958, me tocó
organizar el convoy fatal. Llevábamos 3 secciones y una
tenía que ocupar un espolón avanzado desde el que se podía
tirar a la ruta del convoy. Ocupé ese espolón con mi sección
y todo salió bien pero, al volver al puesto de mando, volé
por los aires. Era una operación más sencilla que otras que
habíamos llevado a cabo y, además, los zapadores
descubrieron que no había más minas en la zona. No hubo
tampoco bajas: sólo mi herida. Después me evacuaron.
P.- ¿Cuándo finalizó la ‘Guerra Ignorada’?
R.-En la época España, aunque tenía pactos con países como
Argentina o Portugal, no estaba en una buena situación
internacional y sólo tenía una amistad fuerte con países
árabes. Por eso, no interesaba que esta guerra se conociese
y por eso fue tan corta. Duró apenas 100 días: del 5 de
noviembre al 5 de marzo de manera oficial, aunque los tiros
siguieron un poco más.
P.- ¿Cómo marchó después su carrera militar?
R.-Tuve notables dificultades por el hecho de contar con una
pierna menos, pero muchos me ayudaron en mi carrera
posterior. Estuve en Ceuta en la Legión y en Regulares,
donde fui coronel. Y después tuve otros destinos: fui
profesor principal de la Escuela Superior del Ejército, pude
ser miembro del Gabinete del Ministro o pude trabajar en el
seno del Estado Mayor Central.
P.- ¿Le costó rehacer su vida tras perder su pierna? ¿Por
qué decidió continuar con la vida militar?
R.- Recuerdo que me costó mucho trabajo andar. Es muy bonito
poder andar. A veces, en el campamento, en vez de estar con
mis compañeros, me quedaba en la tienda porque tenía la
pierna en carne viva y tenia que echarme pomadas y estar
bien al día siguiente. Pero también he terminado recorridos
difíciles que otros no han terminado.Cuando me cortaron la
pierna, en un principio, comencé a prepararme para ser
aparejador, pero lo dejé. No podía dejar mi vida militar:
era lo que me gustaba y lo que siempre me ha llenado.
Después llevé a cabo otros estudios, pero siempre en el
Ejército.
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