A mi regreso, para comenzar un
nuevo curso, en Ceuta, uno más, ya el número 42 como
docente, me he encontrado con unas inquietudes muy cercanas
a las que había cuando me marché al finalizar el pasado
curso: el intento de que el billete del barco sea más
barato.
Esto, querámoslo o no, es el asunto que llevamos
constatando, desde hace años, y no sé el interés que habrá
habido en rebajarlo, pero la realidad, hasta hoy, es que,
nada se ha logrado en contra de lo que han querido las
navieras y ya han pasado varias por aquí.
Sin embargo, mi idea no es hablar de los precios que son los
que son, yo, en esta ocasión, voy a abordar algo nuevo que
me encontré en mi viaje de regreso, el pasado miércoles, en
FRS.
En un par de ocasiones ya, yo he escrito sobre esta naviera
y siempre he destacado las buenas maneras, las atenciones y
el orden que había en ella, lo que para mí era el reflejo de
unas ideas alemanas, encaminadas a que todo esté
perfectamente ordenado.
Eso lo sigo manteniendo, pero en el viaje que yo hice el
pasado miércoles, con salida de Algeciras a las siete y
media de la tarde, detecté cierta dejación en el sentido de
que no una persona, sino varias, viajaban como lo pueden
hacer en otras navieras, tumbados a su manera, ocupando
varios sitios, poniendo los pies “ si no en la boca del
vecino, casi” y eso en FRS no es lo normal, o no lo era hace
unos meses.
Yo estoy de acuerdo en que la gente que viene desde hace más
de mil kilómetros, incluso dos mil, al llegar a Algeciras
vienen “tan rotos” que en cuanto se sientan en el barco, de
lo único que tienen ganas es de dormir, cuanto más mejor,
claro que una cosa es que uno, por muy cansado que venga,
trate de dormir y otra cosa es que ocupe varios sitios y dé
una imagen que para nada debe permitirse, en un viaje como
éste, y menos todavía que haya que aguantarlo, por parte de
los demás.
Yo, también, venía cansado, tras haber hecho, sin descansar,
más de 620 kilómetros.
Repito que esa situación sería normal, siempre lo fue, en
otras navieras, pero si es que ya se ha hecho normal,
también, en FRS es que una naviera seria se ha convertido,
al tocar el Estrecho, en una más que, con tal de “llenar” el
barco, lo demás no parece importar mucho, y eso lo lamento,
porque FRS era algo diferente, no sólo por el barco, que es
más pequeño, sino por esa comodidad y todo lo que
conllevaba.
Ahora mismo, no sé cual será la respuesta, porque seguro que
la voy a tener y lo que me agradaría es que eso que he
expuesto y que ha sucedido, se tratara de un hecho
incidental y aislado, y que no se trate de algo a tono con
ciertos pasajeros que, especialmente, en verano y en algunas
otras fechas muy concretas, de forma masiva, cruzan el
estrecho en una de las dos direcciones, y cada año de la
misma forma.
Visto esto, poniendo los puntos sobre las “íes” en lo que no
nos gustó, en absoluto, lo que sí es cierto y en esto no ha
cambiado FRS es en cuidar como ninguna otra naviera, todos
los detalles en los garajes especialmente.
Así es como lo hemos visto, en el tiempo que lleva esta
compañía, no mucho tiempo, pero lo suficiente para dar una
imagen de lo que es y lo que quiera ofrecer. Por eso,
precisamente por eso, nos ha extrañado lo que habría sido
normal en otro barco.
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