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OPINIÓN - VIERNES, 17 DE SEPTIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Día completo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hay días en los que uno sale a la calle sin pretensión alguna; es decir, a cubrir el expediente del callejear, y resulta que se lo pasa bien. Muy bien. Es lo que me sucedió el miércoles. O sea, anteayer. Todo comenzó en el despacho del editor de este periódico. Cuando fui a verle. Puesto que llevamos una temporada en la cual apenas podemos hablar como antes. Porque a sus tareas empresariales, José Antonio Muñoz ha asumido este año la de ser presidente de la Asociación Deportiva Ceuta. Y apenas le queda tiempo ni para mirarse al espejo.

Tarea, la futbolística, que exige tantas obligaciones como asimismo dominio de la situación. De lo contrario, los nervios pueden hacer mella en el dirigente. No olvidemos que el fútbol genera estados de ánimos cambiantes y hay que procurar por todos los medios ponerse en el lugar de la persona que está tan comprometida con regir los destinos de un club con aspiraciones de ascender de una vez por todas a Segunda División A.

Digo que el día empezó bien, debido a la alegría que mostraba José Antonio Muñoz por algo tan especial como es el casamiento de un hijo. Una hija, en este caso. Y, claro, el casamiento de Inma, aparte de los nervios lógicos para que todo lo concerniente a la celebración salga a pedir de boca, me ha permitido también darme cuenta de la enorme satisfacción con la que José Antonio está viviendo el acontecimiento.

Así que quedamos Muñoz y yo, tras un intercambio de impresiones, en vernos en la barra del Hotel Parador La Muralla, una hora más tarde de la una. Y allí estuvimos acompañados por conocidos que se fueron sumando para compartir el aperitivo. José Manuel Doncel, consejero de Fomento, entre ellos.

La conversación trascurría animada y las anécdotas se sucedían. Con lo cual se creó un ambiente distendido donde ninguna impertinencia ni salida de tono tenían cabida. El presidente de la Asociación Deportiva Ceuta, a pesar de su tan cacareada frialdad, dejó entrever el entusiasmo que le produjo que uno de los reunidos hiciera de pitoniso: “El Real Madrid será el equipo que nos toque en el próximo sorteo de la Copa del Rey”.

En esas estábamos, cuando aparecieron en el establecimiento las autoridades locales acompañando al secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky. José Antonio Muñoz saludó a Juan Vivas y yo aproveché la ocasión para estrecharle la mano al presidente de la Ciudad. Y lo noté distante. Como deseando desembuchar cierto malestar contra mí. Pero bien pronto, apenas apuré un vino de Rioja, me olvidé de lo que había intuido al saludar a Vivas. Máxime cuando este periódico comprende que hay momentos en los que conviene ayudar a levantarle la moral al hombre que lleva rigiendo los destinos de la ciudad, tan acertadamente y durante tantos años.

Luego, cuando la tarde estaba crecida, procedimos a comer. Y otra vez la alegría presidió la mesa. Y, de pronto, me dijeron que iba a tener la oportunidad de darle un abrazo, después de muchísimo tiempo, a José Fouto Carvajal: el presidente que hizo posible que el Mérida fuera varias temporadas equipo de Primera División. Y a quien tuve de presidente, en sus primeros años, siendo yo entrenador del equipo emeritense, tres temporadas. Le acompañaba José Fouto Galván, su hijo. Día completo, pues.
 

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