Hace tiempo que no nos vemos,
mucho tiempo, tanto que hemos dudado al hallarnos. Por más
que ambos no debemos quejarnos de cómo estamos envejeciendo.
Tampoco se nos ocurre hacerlo. Él ha perdido kilos. Me dice
que poniéndole la voluntad necesaria al asunto. Con lo cual
luce buen tipo, dada su altura, en la que destaca una
cabellera abundante, de un gris plateado que llama la
atención.
Echamos la vista atrás y recordamos los momentos vividos
durante nuestras primeras noches como residentes en una
Ceuta de la década de los ochenta. Cuando quedábamos citados
en ‘El Britania’. Local de moda de una ciudad cuyo futuro
principiaba ya a preocupar, debido a que la vida de los
bazares estaba viviendo el ocaso de su esplendor.
Me va preguntando por los conocidos de entonces. Ávido de
saber de ellos. Puesto que ya ni se acuerda de cuándo fue la
última vez que estuvo en Ceuta. Aunque enseguida me aclara
que está al tanto de cuanto acontece en la ciudad, gracias a
internet. Y, claro, llega el halago:
-Manolo, te leo todos los días y fiestas de guardar.
-Muchas gracias.
Y a continuación se refiere a Juan Vivas. Para
recordarme el acierto de Eduardo Hernández al
decirnos que el funcionario Vivas estaba llamado a
convertirse en un personaje de mucha importancia en esta
tierra.
-A propósito, Manolo, ¿me puedes explicar cómo se las apaña
Vivas para sacar mayorías absolutas y además habiéndose
ganado desde el primer día el respeto y la admiración de las
gentes de su pueblo? Y lo que es más difícil todavía: sin
que el paso de los años haya hecho mella en su credibilidad.
-Mira, Fulano, hay quien dice que la gestión de Vivas se ha
ido basando en la discreción, el silencio, la eficacia. Que
el presidente continúa distinguiéndose por su moderación, el
equilibrio, el sentido común y el conocimiento de la
realidad.
-¿Qué piensas tú al respecto?
Que hay bastante de verdad en ello. Aunque tampoco es menos
cierto que Vivas se aprovecha de algo soñado por muchos
políticos: tiene el don de caerle bien a casi todo el mundo.
Es un tipo con una capacidad de encantamiento tan grande que
incluso cuando falla nunca se le atribuyen a él las culpas.
Es un don que emana, posiblemente, de las maneras exhibidas
por él. En las que todo hace pensar que es una persona que
jamás podría emborronar esa forma de ser tan suya donde la
educación, congénita y adquirida, se palpa a la legua.
-Bien, me agrada sobremanera lo que me dices; pero tengo
entendido que el Gobierno de Vivas se ha distinguido por
alardear de que la corrupción jamás será permitida mientras
el presidente tenga un hálito de vida y deseos de continuar
ejerciendo el cargo. ¿Y?...
-Te veo venir... Claro que sí. Y me vas a permitir que te
diga que tú, aunque estés a mucha distancia de Ceuta, sabes
tela marinera. Veamos. Vivas es consciente de que la
corrupción debe extirparse cuanto antes. Y me consta que
está dispuesto a sajar el mal por lo sano. Antes, sin duda,
de que el escándalo lo obligue a intervenir deprisa y
corriendo. Lo cual es algo que sé de buena tinta.
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