Las calles de Ceuta, desde el
centro hasta la periferia, vivieron ayer por la tarde un
ambiente festivo similar al que generan la Navidad o la
Semana Santa y, en menor medida por su menor número, el
Diwali y el Yom Kippur en las comunidades hindú y hebrea. La
naturalidad con la que la ciudad autónoma ha hecho propias
estas celebraciones, estén o no en su calendario laboral y
escolar, es un buen ejemplo de que la convivencia que se
respira aquí, por muchos defectos por pulir que tenga, no es
ningún eslogan turístico o comercial. La comunidad islámica
ceutí, cerca de 40.000 personas, celebrará este fin de
semana junta, pese a las rencillas que desvelan las Musal-la
de ayer, una de sus principales fiestas del año. Que sea en
armonía y felicidad.
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OPINIÓN / EDITORIAL |
Un avance sanitariode
consideración |
Lentamente, con las muchas
complicaciones que acarrean las tantas veces mencionadas
“peculiaridades” de la ciudad, el sistema sanitario público
de la ciudad autónoma que lleva el Instituto de Gestión
Sanitaria (INGESA) va dando pasos para que ningún ceutí
pueda sentirse en inferioridad de condiciones en lo que a
este campo se refiere con respecto a cualquier otro español.
Las autoridades presentaron anteayer el helicóptero que, de
forma permanente, las 24 horas del día y los 365 días del
año, se encargará de efectuar los traslados a la Península
que sea menester. Sería deseable que nunca tuviese que
utilizarse pero como sin duda será necesario hacerlo al
menos medio centenar de veces al año es digno de elogio el
esfuerzo realizado para tenerlo.
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