He acudido, como cada año, al acto
anual del Día de Ceuta celebrado en el Ayuntamiento de
Barcelona, distrito de Sant Martí, bajo la presidencia de
nuestro amigo Francesc Narváez y de Manuel Carlos León, en
representación de la Ciudad de Ceuta.
El reencuentro con viejos amigos ha sido bastante emotivo.
Tiempo hacía que no los veía.
He tenido la oportunidad de conocer a José Joaquín Miláns
del Bosch Jordán de Uríes, persona exquisita en el tacto que
habló a los presentes en el acto del Día de Ceuta de una
manera clara y concisa que agradó a los asistentes. Le
aplaudieron merecidamente.
Ganó el primer premio de poesía. Todo un descubrimiento.
Bueno, la crónica de este acto está en otro sitio.
Escribiremos sobre las religiones.
Las religiones representan a la peor epidemia que ha
padecido y padece la humanidad.
Millones de muertos durante miles de años.
Los que no mueren padecen graves distorsiones de la
realidad.
¿Cuándo se acabará esta pesadilla?
Ahora va y explota la tensión al ocurrírsele a un pastor
religioso norteamericano, de una pequeña iglesia de Florida,
promover la quema del Corán.
La Diada de Catalunya la tenemos cerca, y el tristemente
famoso 11-S cumplirá su noveno aniversario…
A las puertas de estos actos comienza una nueva etapa, más
grave, en la tensión mundial por culpa de las religiones.
Aunque opino que el concepto de libro sagrado (nomínese
Biblia, Corán, Talmut, etc.) se habrá de revisar
concienzudamente. Los libros nada más que son eso: libros.
Aunque sus fines sean religiosos, parecen que se están
convirtiendo en manuales de guerra que conducen a matanzas
indiscriminadas.
Aunque no está de más que, quienes se ofendan por la quema
de libros, recuerden lo que dijo Abu Muhammad Ali Ibn Said
Ibn Hazm (994-1064): “… podrán quemar mis libros, pero sus
letras y significados me acompañarán para siempre…”, buen
razonamiento del filósofo y poeta cordobés, aplicable ahora.
Aunque la realidad demuestra una extraña pantomima: los
islamistas revientan porque les queman el Corán… pero no les
importan que se inmolen sus jóvenes con bombas en sus
mezquitas, ni la muerte de miles y miles de sus fieles entre
ellos mismos. Mueren los más indefensos.
¡Qué panorama!
No lamento decirlo, pero la realidad está ahí. Los sucesos
repetitivos de la barriada ceutí de El Príncipe muestra la
verdadera cara de la situación socio-política actual.
Si los políticos no lo remedian, ya pueden empezar a bajarse
los pantalones.
Lo de Melilla es una cuestión social de unos pocos, aunque
parezcan estar apoyados por el reino, y no es cuestión
estatal, ya que suele ocurrir en otro territorio.
Lo del Príncipe es una cuestión social grave que con el
tiempo empeorará. Y dentro de nuestro territorio. La
intervención apaciguadora se hace necesaria, a nivel
estatal.
La Teología, mezclada con los postulados de Hawking, solo
conduce a la destrucción masiva. Tanto fanatismo cansa.
Recomiendo lean “El collar de la paloma” (“Tawq al-hamâma”),
del polígrafo cordobés mencionado más arriba. Es relajante
en extremo.
Una cosa, pido a los lectores que no confunda el periódico
“El Pueblo de Ceuta” con cierta página web con foros de
discusión, donde los “toma y daca” llegan al paroxismo del
ridículo. ¡Vamos, lo que no faltaba por hacer!
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