Cuando el amor es lo que es, todo
se sobrelleva. El amor siempre camina con el perdón a
cuestas, con el alma de la generosidad, con el corazón en la
mano, con la comprensión en los labios, con la ternura en la
mirada, con el abrazo y el beso en los ojos. El amor jamás
usa la venganza, cierra todas las heridas y olvida los
rencores. Sabe que la autentica manera de vengarse de un
enemigo es no parecérsele ni pagarle con la misma moneda. No
tiene sentido, pues, quemar los textos del Corán, con motivo
de la conmemoración del 11 de septiembre, aniversario de los
atentados contra las torres gemelas de Nueva York.
Alguien puede pensar que los atentados a las torres gemelas
ha sido una ofensa contra la humanidad, no en vano las
víctimas que perecieron pertenecían a más de noventa
nacionalidades, pero el mismo amor aborrece todo lo que no
es amor. El patriotismo no es más que amor. La justicia no
es más que amor. La paz no es más que amor. El mundo tiene
que dejarse llevar por el amor y que el amor domine todas
las cosas. La tierra necesita de este verso para globalizar
almas. De un amor que nada reclame, que se done siempre, que
tenga tolerancia, que nunca se irrite por nada y, lo más
importante, que jamás se vengue.
Sólo con el perdón a cuestas, fruto del verdadero amor,
cesan los conflictos. Las guerras no pueden dominar la vida
del mundo y de los pueblos. Únicamente desde el amor se
pueden fraternizar los corazones. Por consiguiente, que
cohabite un centro islámico cercano a la Zona Cero, el lugar
de la tragedia, lo considero saludable para el mundo, y creo
que para nada debe entenderse como una provocación. La
humanidad tiene la ocasión de hacer realidad el amor
comprensivo. Y los musulmanes, de trasladar al orbe entero
sus valores de convivencia y de paz. Téngase en cuenta que
las religiones y las culturas son expresiones
interrelacionadas y aspiraciones hondas del ser humano,
donde el amor está a flor de piel, y cuando el amor mueve
algo, el diálogo es más verdadero.
Exclusivamente el amor, mal que nos pese, es la única fuerza
pacífica del cambio y el único motor que el planeta necesita
para salir de todas las crisis actuales. No hay amor sin
amar el amor, ni paz sin perdón. Es regla de vida.
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