La desventura se llevó ayer la
vida de nueve turistas portugueses a apenas cuatro
kilómetros de Ceuta, al otro lado de la frontera del Tarajal,
presuntamente por culpa de una tormenta que hizo perder el
control del vehículo que conducía a su conductor, el único
español que viajaba en el autobús y que permanece en estado
leve ingresado en el país vecino. Con el deseo de su pronto
restablecimiento, como el de todos los demás heridos, a un
lado y a otro de la frontera, es momento de pedir que se
analicen al detalle las causas del siniestro para evitar, en
la medida de lo posible, que se repita, y para elogiar el
trabajo de las autoridades de ambos países, que pusieron a
disposición de los accidentados (aquí con la coordinación de
la Delegación y la Ciudad y allí a través del gobernador de
Tetuán por instrucción directa del monarca alauita) todos
los medios a su alcance para brindar la mejor atención a los
afectados y sus familiares. Esa es la actitud que conviene
extender a otros conflictos por el bien de todos.
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