Fin de semana bastante movido por
el regreso de cientos de ciudadanos de sus vacaciones.
Como es mi costumbre, me acerco al barrio, que más
inmigrantes tiene la ciudad, para dar un paseo como recuerdo
de mi ciudad natal, aunque no tenga nada que se la parezca,
urbanísticamente escrito.
Mientras tomo el vermut, en compañía de unos amigos, en una
terraza urbana de un bar poco conocido, observamos a un
grupo de ciudadanos, negros (denominados subsaharianos) y
moros, que andan en trifulca.
Llegan a las manos hasta que viene un coche patrulla.
Entonces es cuando se lía la cosa.
Los negros suelen ser más comedidos ante las fuerzas del
orden, no así los moros que a gritos tratan de imponer su
razón. Tienen que venir más coches patrulla.
Un rato largo más tarde y cuando la cosa se ha apaciguado,
se acerca a nuestra mesa otro amigo. Me aclara que la
disputa viene siendo desde hace bastante tiempo y está
relacionada con la religión.
El proselitismo realizado por los musulmanes ante la
población inmigrante negra da algunos resultados positivos
pero muchos negativos, que hacen enfrentarse violentamente a
miembros de una misma familia.
Abdelmalik, ignoro si cuyo ancestro es aquel Abdelmalik que
reinó la taifa de Zaragoza en el año 1110 y que no pudo
resistir el acoso de los almorávides y los aragoneses y
murió en la supuestamente inexpugnable fortaleza de Rueda,
representa al fundamentalismo musulmán más radical.
Un fundamentalismo que no tolera ni la más mínima crítica de
todo lo que se ve, patentemente, en la vida real cuando
atañe a su religión.
Pertenezco, por suerte, a un país libre y laico en donde la
libertad de opinión es real y la religión mayoritaria es un
acto de fe espiritual que no es violento, por ahora, ni
amenaza la vida de nadie.
No lamento contradecirle, pero el prejuicio que emite lo
deja bien retratado. No pertenezco a una sociedad
multicultural hipócrita, pertenezco a la sociedad española y
laica sin más.
Nunca estoy, ni estaré, de acuerdo con eso de las cuatro
culturas (cinco si incluimos a los chinos) ya que en cada
país existe su propia cultura. Cuanto más, acepto la
existencia de actos folklóricos de otras razas y religiones
como hecho puntual de una demostración de “su” cultura.
Estoy plenamente de acuerdo con la integración de los
inmigrantes, no con la imposición de sus propias normas ni
religiones. Ni la falta de respeto constante hacia nuestros
ciudadanos y nuestras leyes.
Los trabajos de los nuevos tiempos a los que se refiere…
¿los entiende como una propagación, a la fuerza, del Islam?
¿Considera que Ceuta es suya, islamizada previamente? Sus
propias palabras, homogenización, así lo demuestran.
Para audiencias ingenuas las que dominan con su proselitismo
y promesas de huríes en el cielo, que luego ven que se han
metido en una religión dura e inmisericorde, en total
desacuerdo con ella misma.
¿Cómo juzgaría Vd., si es valiente de escribirlo, las
lapidaciones de mujeres? ¿Cómo valoraría Vd. las continuas
matanzas de seres humanos para imponer una religión
fundamentalista?
En sus palabras escritas veo una clara amenaza sobre mi
vida. Lógico proviniendo de un fundamentalista. El único
racismo está en Vd., en gente como Vd.
La intolerancia como bandera. La sumisión como maza.
Denostar es su primera regla para evitar que el ciudadano
libre conozca la realidad ¿No?
Gracias por aconsejarme que viva unos días en Inglaterra, he
ido muchísimas veces, pero nada se me ha perdido en aquel
país, ni me importa.
Si enumerara todas las contradicciones de su religión, al
menos las que hacen sus seguidores, nunca acabaría de llenar
libros y libros enteros.
|