El “acontecimiento” muy bien pudo
ocurrir entre los años 29-30 del siglo pasado. En Grazalema,
las cosas no iban nada bien. Se había producido una gran
sequía, teniendo los lugareños, como única salida, la
emigración, disminuyendo el censo de forma alarmante. Los
recursos agrícolas y ganaderos no eran suficientes y, la
industria textil, años atrás muy desarrollada, había
empezado su ocaso.
Con ese panorama, mi tío Gabriel, acepta la llamada de su
hermano Andrés, mi padre, que ya se había colocado en una
empresa de la razón social “Weil Hermanos”, en la fábrica de
hielo que disponía en lo que hoy es “Imprenta Olimpia”,
siendo su principal actividad la fabricación de hielo.
También consiguió, mi padre, que su hermana María, se
viniera a Ceuta, para que su marido, Salvador, se colocara
en la citada empresa. Hizo lo propio con otro hermano,
Antonio, pero no tuvo suerte, ya que solamente lo empleaban
para “suplencias” –cubrir bajas-, situación que no le
beneficiaba y decidió, en mal momento, regresar a Grazalema.
(Episodio ya narrado en este periodo con el título de “El
hombre de la camisa azul”.
Gabriel vivió una gran odisea para trasladarse desde
Grazalema a Ceuta. Su gran “Cabalgada”, calificada de épica,
con toda seguridad, no tiene precedentes. Parece cosa de
fábula.
Tuvo que trasladarse a Ceuta, desde Grazalema, tomando como
medio de locomoción, una burra. Acompañaron a mi tío, su
mujer, Teresa, y dos hijos Isabel y José. Según testimonios
de sus hijos y nietos, conduciendo su elemental medio de
transporte, y, en los alto, su mujer y en los serones, sus
dos hijos.
La epopeya, lógicamente está llena de interrogantes. ¿Qué
vía eligió para realizar el trayecto Grazalema-Algeciras?
¿En cuántas etapas, hizo el recorrido? ¿Cuánto tiempo tardó?
¿Cuántos Km. se hicieron diariamente? ¿Dónde y cómo
descansaban? Y el hecho, anecdótico de ¿qué hizo, mi tío con
la burra, al llegar a Algeciras?
Con medios rudimentarios y cálculos aproximados, me he
atrevido a trazar dos rutas, a través de las cuáles, mi tío,
con suficiente información y con su medio de transporte, tan
singular, con toda seguridad habría elegido la ruta más
corta. Éstas han sido las más probables: Ruta A: Grazalema,
Ubrique, Jimena, Castellar, Los Barrios, Algeciras con un
total de 133,3 km. Ruta B: Grazalema, Ronda, Gaucín,
Castellar, Los Barrios, Algeciras, con 163,6 km…
Sin lugar a dudas, la opción elegida hubiese sido la A),
que, en buena lógica, al tener menos distancia, descartando
la posibilidad de otras opciones, como hubiese sido una
directa, ya que disponía, la de menos Km.
La segunda interrogante, referida a las etapas, dependía de
los Km, que diariamente, tenía programados. Supongamos que
en cada hora se hicieran 5 km y que cada día utilizaran para
desplazarse cuatro horas. En este caso se harían un total de
20 Km diarios. Para la ruta A. la elegida, tardarían en
llegar a Algeciras una semana aproximadamente. Con las
cuatro horas diarias, dispusieron de veinte horas para
reponer fuerzas, donde los más perjudicados fueron la burra
y el conductor de ella, mi tío Gabriel, ya que el resto de
la expedición iban montados sobre el animal.
De esta forma se puede dar por descartado que no dispusieran
de tiempo para localizar algún lugar para descansar, quien
bien pudiera haber sido una casa de campo o, un pueblo que
eligieran para pasar la noche. Aunque la falta de recursos
económicos les obligaran a dormir a la intemperie, debajo de
un árbol o, en un refugio natural. Por otro, el animal se
supone que iría sobrecargado con los tres ocupantes y los
enseres elementales, donde no faltarían algunas mantas, lo
que obligaría, lógicamente, a un mejor descanso.
Sobre el destino de la burra, se pueden establecer varias
hipótesis: a) venderla al mejor postor a su llegada a
Algeciras, b) trasladarla a Ceuta, cosa improbable, por la
dificultades para embarcala, c) si hubiese existido un
servicio de alquileres de burra, al llegar a Algeciras, la
entregarían a la “agencia de contratación”…
De cualquier forma, pese a las grandes dificultades,
llegaron a Ceuta, sanos y salvos, donde fueron bien
recibidos por la familia, que, en principio, fueron alojados
en el domicilio de su hermana María, caracterizada por su
hospitalidad.
Una vez incorporado a su nuevo trabajo, y ya con domicilio
propio, llegaron otros dos hijos: Ana y Teresa, con los
cuales se completó la familia.
Centrado ya en el protagonista, autor de esta increíble
aventura, fue un productor ejemplar, en principio, en la
primitiva fábrica ubicada en el lugar ya indicado y,
posteriormente, en la fábrica de hielo de la Puntilla,
trabajando por turnos y siempre dando ejemplo la
laboriosidad.
Llegado el momento de su jubilación, demostrando que todavía
le quedaban fuerzas para seguir luchando, siguió prestando
pequeñas colaboraciones en la misma empresa, ya en la
Fábrica de Bebidas Carbónicas, ubicada en la Colonia Weil.
Pero le quedaba algo por hacer, volver a su Grazalema natal,
viaje que no pudo realizar acompañado de su mujer, fallecida
unos mese antes. Después de realizado ese viaje, donde vivió
unas jornadas con sus familiares, dejó de existir a la edad
de 86 años. ¡Todo un héroe!
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