Ramón Galindo Morales, decano de la Facultad de Humanidades
de Ceuta, lleva poco más de dos años en este cargo, aunque
ha dedicado prácticamente su vida profesional al centro,
además de que realizó allí también sus estudios
universitarios. Entre las responsabilidades a que se
enfrenta cada día se suma este año la puesta en marcha del
nuevo plan de estudios universitarios, el plan Bolonia, por
el que todas las carreras pasan a ser de cuatro cursos. Esto
aumenta en uno el de Magisterio, pero también trae ventajas
como que los estudiantes de Económicas o Informática ya no
tendrán que marchar para obtener la licenciatura en otras
facultades. La facultad cumple setenta y cinco años de
presencia en Ceuta.
Pregunta.- ¿Qué representa para la Facultad de
Humanidades recibir la Medalla de la Autonomía de la Ciudad
de Ceuta?
Respuesta.- Es una mezcla de sentimientos, donde predomina
la satisfacción y la alegría, y donde, también, profundo y
sincero agradecimiento hacia la Ciudad Autónoma de Ceuta, a
su Asamblea, a los distintos grupos políticos que por
unanimidad consideraron pertinente conceder la medalla a
este centro que es la representación de la Universidad de
Granada en esta ciudad.
P.- ¿Se centran aquí todos los estudios universitarios que
hay en Ceuta?
R.- No, esta Facultad es un centro de la Universidad de
Granada, pero no es el único. También existe Enfermería, que
desde el curso 2009-2010 ya está plenamente integrado en la
Universidad de Granada y ha pasado a convertirse en
Facultad, abandonando el ser Escuela Universitaria. En la
ciudad también hay un centro asociado de la Universidad a
Distancia. Nosotros somos un centro más, el más antiguo.
Cumplimos ya setenta y cinco años desde que se implantaron
en Ceuta los estudios universitarios de Magisterio.
P.- ¿Tienen ustedes muchos alumnos?
R.- En nuestro centro, el curso que ha finalizado en junio,
la cifra rondaba los ochocientos alumnos. Es un número total
de todos los alumnos, en los distintos cursos y diferentes
titulaciones. En esta Facultad tenemos las siete
especialidades diferentes de la diplomatura de Maestro, una
licenciatura en Psicopedagogía, un programa de doctorado.
También tenemos la diplomatura en Ciencias Empresariales y
otra diplomatura en Ingeniería Técnica en Informática de
Gestión. Además, en este último curso también pusimos en
marcha el Máster de formación de profesorado de Secundaria.
P.- Tantas titulaciones, ¿les obliga a tener una gran
plantilla de profesorado?
R.- Ahora mismo, el profesorado ronda los ochenta
profesionales. Recuerdo cuando llegué como profesor a este
centro en el curso 1990-91, yo hacía el número veintidós. En
veinte años se ha multiplicado por cuatro el profesorado del
centro.
P.- ¿Cómo es el nivel de estudios en Ceuta? ¿Los
universitarios acaban las carreras?
R.- Los universitarios terminan, sí. Los hay que terminan en
su tiempo y otros lo hacen después. Creo que estará en torno
a la media de la Universidad de Granada y a la media
nacional. No creo que haya grandes diferencias. Una mayoría
acaba en el tiempo establecida y queda otro grupo que por
diferentes circunstancias, porque están trabajando, o se lo
toman con más calma, tienen otros niveles de exigencia, y en
vez de tres años, lo hacen en cuatro o cinco.
P.- Usted lleva poco tiempo al frente de la Facultad.
R.- Sí, como decano serán ya dos años y algunos meses, desde
junio de 2008. Como profesor, ya le comenté que desde el
curso 1990-91. Mi vida profesional está ligada a este
centro, pero es que, además, también estudié en él en la
década de los setenta. Luego estuve varios años como maestro
en prácticas en la escuela aneja al centro.
P.- ¿Cambió su vida al pasar a ser decano?
R.- Claro que sí cambia. El nivel de responsabilidad, de
exigencia, de dedicación es mucho mayor que cuando solamente
te dedicas a la docencia o a la investigación. Cambia porque
hay que dedicar muchas horas de despacho, de reuniones,
atendiendo a los medios de comunicación porque eres la
representación institucional del centro. Creo que es
importante que todas las personas, sobre todo las que
llevamos bastantes años en el centro, nos impliquemos
temporalmente y sepamos lo que es no solamente dar clases,
sino cómo gestionar que esas clases se den en las mejores
condiciones posibles, con las mejores infraestructuras y
medios.
P.- Al haber sido anteriormente uno de los profesores,
cuando llega al decanato ya conocía las carencias, por
ejemplo, ¿no?
R.- No sólo eso. Yo llegué al centro con diecisiete años de
edad como alumno, ya tengo cincuenta, llevo más parte de mi
vida ligado a la Facultad que la que no estuve
anteriormente. Se va conociendo qué déficit, carencias y
debilidades existen, pero también cuáles son las fortalezas.
Hay que buscar un equilibrio y apoyarte en las fortalezas
para compensar las debilidades, y contando siempre con la
magnífica plantilla de profesorado, de personal de gestión y
servicios, gestionando los recursos de la mejor manera
posible.
P.- Cuando usted accede al decanato, lo hizo acompañado por
un programa de ideas y proyectos. Lleva dos años en el cargo
y sería interesante saber cómo se están desarrollando.
R.- Estoy muy satisfecho. Son tiempos muy duros para la
Universidad, tiempos de transformaciones estructurales muy
grandes, como no se habían conocido en la época
contemporánea con el espacio europeo de educación superior,
el plan Bolonia y demás. Esto ha requerido mucha dedicación.
Yo me presenté con un equipo de gobierno, somos siete
personas. Teníamos nuestro programa de gobierno en distintas
áreas. Cuando ya ha pasado algo más del ecuador de este
mandato de cuatro años, creo que se ha cumplido ya entre el
sesenta y el setenta por ciento del programa.
P.- Hablar de proyectos implica también hacerlo de dinero y
presupuestos. ¿Cómo está la Facultad de Humanidades en este
aspecto?
R.- La etapa de crisis económica profunda que se atraviesa
también afecta mucho a la Administración en general y la
Universidad no es una excepción. El año pasado fue de muchos
ajustes y para el presupuesto de 2011 va a ser también
bastante exigente. La Universidad de Granada es pública y se
nutre de presupuestos estatales. Se financia de la Junta de
Andalucía y del Ministerio, y el presupuesto a distribuir es
menor. Intentamos gestionarlo bien, priorizar las cosas
fundamentales e intentar sacar recursos mediante la
colaboración con otras instituciones como la Ciudad
Autónoma, la dirección provincial del Ministerio. En
definitiva, todo es público y hay que gestionarlo y
rentabilizarlo lo más posible.
P.- A este respecto, ¿la matrícula del alumno sube de un año
para otro?
R.- La matrícula en la universidad pública es muy económica.
El dinero que paga un alumno de la universidad pública
española no llega a cubrir ni el diez por ciento del coste
real de los estudios. Para comparar, simplemente hay que
hacer una consulta sobre esa misma tasa en cualquier
universidad privada. En la pública, una carrera media está
en torno a setecientos euros, y en las técnicas sobre unos
ochocientos. Eso es lo que costaría solamente una
mensualidad en una privada. Es un servicio público, y el
alumnado tiene que ser consciente de que ese dinero es una
inversión que el Estado está haciendo en él. Es un asunto
que se está analizando mucho en la universidad, poner un
límite al alumnado que sobrepase determinado tiempo para
cursar sus estudios. Si lo sobrepasa, le corresponderá a él
financiárselo, no va a ser que se lo paguemos el resto de
los ciudadanos. Es un debate que está muy avanzado en la
universidad, que hasta un determinado número de
convocatorias pague lo mismo, pero pasado el límite ya será
distinto.
P.- Cambios del plan Bolonia: las carreras universitarias
pasan a ser de cuatro años, salvo raras excepciones…
R.- Son unos cambios muy complejos. Coloquialmente se le
conoce así porque se firmó en la ciudad de Bolonia, pero es
el espacio europeo de educación superior en el que llevamos
trabajando entre ocho y diez años. Ya en este mes de octubre
será realidad. Dejamos atrás los términos de diplomatura y
licenciatura, desaparecen, y se convierten en títulos de
grado. La gran mayoría, exceptuando arquitectura, medicina y
alguna ingeniería, pasarán a tener cuatro cursos de grado,
aunque luego quedarán los doctorados, post grado, máster…
También hay cambios estructurales muy profundos sobre la
distribución del profesorado, dedicación, relación con el
alumno, metodología, evaluación… que se tendrán que ir
implantando paulatinamente. Una cosa es lo que está plasmado
ya en los documentos y reglamentos y otra ponerlo en
práctica en el día a día, implantarlo, eso llevará tiempo
para ser realidad.
P.- ¿Se ha notado algún cambio en el interés del alumnado
que se matricula por primera vez?
R.- Yo creo que no, los cambios son en todos los sitios a la
vez. Esta novedad aporta ventajas en el caso de Ceuta
porque, por ejemplo, teníamos la diplomatura en Ciencias
Empresariales o Informática de Gestión. Si querías acceder a
la licenciatura, tenías que marchar a Granada. Con los
grados ya no pasará más, tendremos aquí la carrera
terminada. Con los títulos de Magisterio, eran tres cursos
la carrera, pero ahora pasará a tener cuatro, con lo que se
eleva el nivel de exigencia, de formación y académico.
Tendrá más valor porque será de grado. Todo son mejoras.
También se va a potenciar mucho el programa Erasmus, de
movilidad internacional del alumnado, uno de los mejores
proyectos llevados a cabo por la universidad española.
P.- ¿En qué consiste?
R.- A lo largo de la carrera, el alumnado tiene la
posibilidad de cursar uno de los años en una universidad
europea diferente a la española. Es algo tremendamente
formativo desde el punto de vista experiencial y académico.
También existe otro programa, Séneca, que consiste en
estudiar un curso de la carrera en otra universidad de
cualquier lugar de España. Estos programas de movilidad eran
impensables en otros tiempos. Si te querías ir a Europa a
estudiar, tenías que pagarte todo. Ahora no hay un solo
alumno de la universidad española que esté interesado en
estudiar un curso fuera de su Facultad que no pueda hacerlo.
Además, está becado con un importe bastante razonable. La
cantidad, el año pasado, estaba en cerca de setecientos
euros mensuales.
P.- ¿Eso lo paga Europa?
R.- Sí, son fondos procedentes de la Comunidad Europea. En
el caso de la Universidad de Granada, además, la Junta de
Andalucía complementaba la cantidad con una parte. En
definitiva, es dinero público.
P.- ¿A la Facultad de Ceuta vienen estudiantes de otras
poblaciones?
R.- En su inmensa mayoría, son alumnos de Ceuta. Siempre
hemos tenido alumnos del Campo de Gibraltar, de Cádiz o
Málaga, no creo que llegaran a superar el diez por ciento
del total. También han venido estudiantes de Marruecos,
sobre todo, alumnos españoles que han estudiado en los
institutos Severo Ochoa, de Tánger, o El Pilar, de Tetuán.
Se ha hecho un esfuerzo por darnos a conocer en esos
institutos y comunicarles que tienen esta oferta. Somos
conscientes de las dificultades que podrían encontrar estos
alumnos. Respecto al Campo de Gibraltar encontramos dos
obstáculos importantes: el primero es el barco, que es
carísimo. Creo que es el único medio de transporte que no
tiene descuento por carné universitario. También está el
problema de alojamiento; no hay una residencia para
estudiantes en la ciudad. Esperemos que el campus empiece a
funcionar pronto y tenga una. También la Universidad de
Cádiz está más metida en el Campo de Gibraltar, aunque no
hay Magisterio. Si quieren esa carrera tienen que ir a la
capital de la provincia o estudiarla en una universidad
privada de La Línea. Hemos tenido alumnos del Campo de
Gibraltar, a pesar de las trabas.
P.- Otro asunto importante para la Facultad de Humanidades
es que cumple setenta y cinco años desde que inició sus
enseñanzas en Ceuta. ¿Qué actividades han previsto?
R.- Se creó un grupo de trabajo por este setenta y cinco
aniversario. Desde enero hasta septiembre hemos desarrollado
exposiciones, conferencias, se han editado catálogos de la
exposición de acuarelas de Antonio San Martín y de la
exposición de la educación en la Segunda República, de
Francisco Sánchez Montoya. También se ha hecho recientemente
una sobre miradas, y en octubre tendremos una exposición de
fotografías de Pepe Gutiérrez sobre Xauen. José Antonio
Alarcón, director de la biblioteca pública, está trabajando
en un libro sobre la historia del centro. También queremos
organizar un certamen fotográfico y otro literario dentro
del centro con el tema de la educación. Dentro de las
limitaciones que tenemos, creo que se está aprovechando bien
el presupuesto para muchas actividades. Con la Consejería de
Educación, Cultura y Mujer, se ha firmado un convenio por el
que colaboramos en las jornadas de historia dedicadas a la
educación en Ceuta.
P.- Ha comentado actividades dirigidas al alumnado, ¿se
implica?
R.- No todo lo que nos gustaría. El alumnado hoy,
comparándolo con otros años, entonces teníamos muchas menos
posibilidades de formarnos pero muchísimas más inquietudes e
implicación. Ahora hay muchísimas posibilidades, parece que
esto ha sido así siempre, como si hubiese llovido del cielo,
y lo tienen más fácil. Tienen oportunidad de participar
directamente en el gobierno de la Facultad, en las
comisiones, y me encuentro insatisfecho. Podrían implicarse
mucho más, tienen mucho peso y lo podrían utilizar en
sentido positivo. Realmente se implican poco, vienen,
estudian, sacan adelante sus asignaturas, y poco más. En
líneas generales es un déficit que tenemos.
P.- Sólo se preocupan cuando tienen cuatro exámenes el mismo
día…
R.- Entonces, sí. Tengo cola en el despacho de alumnos
quejándose. Pero cuando se les exige un poco más y les
pedimos que hagan una reclamación por escrito, ya
desaparecen. Tenemos que actuar en base a un escrito, y eso
impone.
P.- El alumnado de Magisterio, ¿es más femenino que
masculino?
R.- Sí, desde luego, la profesión de Magisterio está muy
feminizada, pero tampoco es la única. Por ejemplo le puedo
aportar datos de Medicina en Granada, donde de más de
doscientos estudiantes del primer curso solamente hay veinte
alumnos y el resto son alumnas. En Magisterio, en Ceuta,
pasa más o menos parecido. Varía un poco según las
especialidades elegidas. Por ejemplo, en educación física
está más o menos equilibrado; en educación infantil, más del
noventa por ciento son alumnas; en primaria, puede llegar al
setenta por ciento de chicas. En definitiva, hay más mujeres
que hombres en el mundo, y eso se nota. Pero, curiosamente,
el cuerpo de profesores es de mayoría masculina. De unos
ochenta, aproximadamente, una veintena solamente corresponde
a profesoras.
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