PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO, 04 DE SEPTIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Miscelánea semanal
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me parece estupendo hablar con personas con las que convivo y frecuento muchas veces. Y, mejor aún, tener la posibilidad de poder reseñarlo en este periódico. Que es lo que vengo haciendo desde hace ya varios años en la miscelánea semanal. Páginas tituladas así y que son publicadas los domingos.

Para darle vida a la miscelánea semanal, no tengo más remedio que transitar la calle. Y dejarme abordar por cuantas personas deseen pegar la hebra conmigo. Y a fe que son muchas las que gustan de hacerlo. Lo cual me resulta tan agradable como arriesgado: pues me exige estar en todo momento dispuesto a escuchar atentamente a los demás y a no dar muestra alguna de falta de atención o de haberme levantado por los pies de la cama.

Realizar este trabajo, diariamente, además de procurarme ciertos sacrificios me obliga también a seleccionar lo que debo decir, por mucho que esté deseando contar, tal vez por defecto profesional, lo que debo callar por cuestiones obvias. De hecho, pocas personas han visto escritas sus denuncias mediante acuerdos de que no salieran a la palestra.

De ese modo, lógicamente, me he ganado la confianza de muchas gentes. Confianza que es la que genera que nunca me falten ciudadanos de los que hablar y que, a su vez, casi siempre me aportan detalles interesantes y comportamientos que quienes escriben en periódicos tienen la obligación de conocerlos.

Días atrás, un cargo muy conocido de la ciudad estaba dialogando conmigo en plena calle. Y, en ese momento, pasó un individuo que nos saludó con cierta efusividad. El cargo, curtido en mil batallas, no dudó en decirme: la persona que nos ha saludado va a tardar nada y menos en contarle al político tramposo, que yo te estoy dando información para que escribas contra él.

Lo que me dijo el cargo curtido en mil batallas se cumplió. Y el político tramposo, que a su vez es también tonto de capirote y, si me apuran, de babero y pito, le afeó al cargo, curtido en mil batallas, el que estuviera hablando conmigo para ponerme al tanto de sus deslices. Es, decir, de los deslices ilegales del tonto que sólo conserva la lucidez para meter la mano donde no debe.

Lo cierto es que la postura del político tramposo, y sus palabras contra mí, podrían haberme estimulado más que suficiente para que le hubiera aplicado el grado de mordacidad que se merece. Y lo habría hecho a tumba abierta. Con nombre y apellidos. Sin que me temblara el pulso. Pero, tras respirar hondamente, he preferido no responderle en román paladino al político tramposo, para no causarle trastornos a un gobierno cuyo mandamás seguramente tiene apuntado al tonto con balcones a la calle en la libreta de los que no van a repetir cargo cuando proceda.

Pero lo que haré, sin duda, es recordarle al tontilán del político lo que dijo un día Adolfo Suárez: “Los políticos tienen que vivir entre la mierda, pero no confundirse con ella”. Entre otras razones, porque terminan oliendo. Desde hace un tiempo, créanme, el político tramposo huele. Y huele de verdad. A ese olor que deja el deseo de ganar dinero a todo trance y por más que en el intento deba pasarse de la raya en todos los sentidos.

En suma: yo me seguiré pateando la calle y hablando con todas las personas que lo deseen. Con el fin de darle vida a la miscelánea semanal. Y puedo hacerlo. Pues mi hoja de servicio me lo permite.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto