Salgo de mi casa para tomar el
café de todos los días, accediendo al ascensor me para una
vecina y me dice que en la calle hay un grupo de personas
pidiendo dinero y datos de los donantes en nombre de
asociaciones de discapacitados.
Le digo que no existe ninguna asociación que mande a la
calle a personas para hacer lo que me está contado.
Se escandaliza porque ha donado 50 euros. Ha dado sus datos
personales, incluyendo el número del carné de identidad…,
firmando en el papel que le presentaron.
Bueno, este sistema de estafar a la gente está
archicontrolado por la policía en varias ciudades, pero ¡no
pueden hacer nada!
Primero, porque al ser una estafa cuyo montante nunca es
superior a los 400 euros no pueden presentar denuncia como
delito, a lo más como falta.
Segundo, porque las estafadoras, siempre son mujeres, suelen
darles una edad no penal (aunque tengan más de 20 años, su
apariencia física es de menor edad) y apoyadas en que
carecen de papeles, salvo el de residencia. Y
falsificaciones de permisos de residencia salen como
churros.
Tercero, a los jueces les molestan que le entreguen dossiers
por tan poca cantidad estafada y dejan de atender el
problema, con el consiguiente cansancio de las Fuerzas de
Seguridad,
No tienen en cuenta que, globalmente, la estafa es de más de
10.000 euros diarios por cada grupo de cinco rumanas,
siempre son rumanas, que deambulan por las ciudades
dirigidas por ex miembros del ejército de la antigua URSS.
Comprobado.
Esto implica varias cosas: estafa impune; recogida de datos
personales con los que efectuar más estafas impunes;
conocimiento de los domicilios donde realizar los planes
estratégicos de asaltos y robos…, no sigo porque me mareo.
Solo se puede hacer una cosa: alertar a los ciudadanos de la
falsedad del asunto.
Repito, ninguna asociación de discapacitados realiza una
campaña de recogida de datos de los ciudadanos ni piden que
aporten dinero, que van a parar directamente al bolsillo del
responsable de esos grupos de delincuentes.
Como la gente tiene un corazón así de grande hacía toda
clase de discapacitados, caen fácilmente en la trampa,
cuando el cebo es una bella chica de pelo rubio y ojos
azules (la mayoría de rumanas que hacen esas prácticas
tienen ese estereotipo) que aparenta ser discapacitada
sensorial y menor de edad.
Van provistas de un portafolio con hojas perfectamente
diseñadas para recabar datos; falsos carnés de identidad de
asociaciones de discapacitados inexistentes; documentos que
acredita su edad, por si las moscas; no suelen hablar, por
dificultades con el castellano, y se hacen pasar por
sordomudas…
Bueno, ya saben de qué va el asunto.
Les recuerdo otra vez: no pertenecen a ninguna asociación de
discapacitados activa. Pertenecen a asociaciones de
delincuentes.
A partir de ahora ya es problema de Vds. el aceptar o no
darles sus datos y dinero.
Aunque no son como los políticos que celebran banquetes para
recaudar dinero para sus partidos, tienen cierta simbiosis
con éstos.
Si quieren ofrecer, pese a todo, dinero… ofrézcanlo
directamente a las asociaciones de discapacitados existentes
en la ciudad. Son las verdaderamente necesitadas.
No alimenten la existencia de seres nómadas que abusan de la
benignidad del pueblo.
Con la ONCE y las subvenciones oficiales y particulares ya
tiene cubiertas, las asociaciones, sus necesidades más
perentorias.
Que no pase “ná”
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