El día 17, martes por más señas,
de un agosto que ya es pasado, jugaron Xerez Deportivo y
Asociación Deportiva Ceuta un partido amistoso, en Rota. Y
allí, en el Estadio Municipal Alcalde Navarro Flores, estuve
yo para presenciarlo.
Finalizado el encuentro, me encaminé hacia El Puerto de
Santa María donde me esperaban tres viejos conocidos para
cenar y charlar hasta altas horas de la noche. Los conocidos
eran dos ex jugadores de fútbol, que actualmente son
destacados empresarios, y un ex presidente de un club a
quien le profesamos afecto.
Dado que nos vemos de higos a brevas, los reunidos
aprovechamos el momento para recordar pasajes de nuestras
vidas en común, durante años, gracias a que tuvimos la
suerte de ser profesionales de un deporte que, además de
tenernos sorbidos el seso, nos hizo vivir con desahogo
económico mucho tiempo y nos permitió, también, prepararnos
para afrontar otros retos en la hora de la retirada.
Como era de esperar, llegó el momento en el cual salió a
relucir la Asociación Deportiva Ceuta. Y recabaron mi
opinión del partido visto por mí en Rota. Y respondí lo que
ya dije en la miscelánea de esa semana: la ADC es un equipo
con entidad, que se ha impuesto al Xerez y del que me ha
gustado su distribución racional en el terreno de juego.
Tras mi respuesta, uno de los comensales, que conoce a
José Antonio Muñoz, me dijo que consideraba muy
arriesgado el regreso de éste a la presidencia de la ADC.
Porque todo lo que no sea el ascenso del equipo será
considerado un fracaso.
Contesté tras saborear un trago de wishky y respirar
hondamente. Mira, Fulano, el fracaso es inevitable para
quien busca el éxito. Es el riesgo que subraya la grandeza
del emprendedor y, por su mera asunción, justifica y otorga
respeto y consideración a quien, como Muñoz, es capaz de
asumir una tarea compleja, a pesar de ser consciente de que
el camino emprendido no es llano. Es más, te aseguro que
Muñoz está preparado para soportar los tropezones con la
entereza que le proporciona el conocimiento que tiene de la
empresa en la que se ha metido nuevamente.
El ex presidente quiso saber cómo es JAM como persona. Y le
dije que hiciera el favor de no complicarme la existencia.
“Vaya, hombre, me extraña que a estas alturas de la vida no
te atrevas tú a pronunciarte sobre la forma de ser de una
persona a la que conoces desde hace la tira de años y con la
que llevas trabajando lo suyo. Ya debes tú haber
cambiado...”. Y, tras su respuesta, el ex presidente se
quedó tan pancho.
Ante tales palabras, decidí contestarle. La personalidad de
José Antonio Muñoz es una de sus mejores armas para manejar
el club. Amén de que tiene metido entre ceja y ceja la
pirámide del éxito.
-¿Cuál es la pirámide del éxito? -quiso saber otro de los
comensales.
-Pues la diligencia, la amistad, la lealtad, la cooperación
y el entusiasmo. Y, cómo no, la defensa que hace Muñoz de
los suyos cuando la ocasión lo requiere.
-¿Es altanero? -inquirió el tercero.
-En ocasiones, Muñoz saca a relucir su orgullo acompañado de
cierto desdén. Normal. Eso sí: detesta la hipocresía. Y,
sobre todo, no permite que camarilla alguna influya en sus
decisiones.
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