Un fin de semana estupendo. Fiesta
mayor en un pequeño pueblo del Maresme, que se llama Dosrius,
ubicado en los alrededores del hermoso Parque del Corredor
(Sierra del Corredor), algo cerca pero distante del Montseny.
En realidad está en la Cordillera del Litoral catalán.
Nos hemos reunidos en un pequeño bar, para cenar, y lo hemos
hecho acompañados por la Concejala de Movilidad del
Ayuntamiento de Dosrius, Iona Gálvez. Persona muy entregada
en la labor de atención al ciudadano.
Hemos platicado de todo, con bromas incluidas, y hemos
hablado un poco del problema de la inmigración.
La inmigración, esto es mi opinión ¿no?, está alcanzando
cotas lunáticas que los españoles no conseguimos alcanzar
cuando la emigración de los años 60.
Las atenciones que dispensamos a estos inmigrantes, con el
consiguiente costo económico, que siguen llegando a nuestras
costas (ahora en balsitas de juguete), nunca las han tenido
aquellos españoles que emigraron a Francia, Alemania, etc. A
pesar de que emigraban con papeles.
Desde que asumimos acoger con los brazos abiertos a los
primeros inmigrantes ilegales, éstos han aumentado de manera
considerable y la inicial ayuda que ofrecimos se ha hecho
una carga insoportable actualmente.
Carga que sigue aumentando imparablemente, más aún con la no
colaboración de los demás países implicados en este
problema.
Si la Guardia Civil del Mar no puede devolver a inmigrantes
avistados antes de que “pisen” la raya de separación de las
aguas jurisdiccionales del país… ¿Qué se puede hacer?
Como se corra la voz, cosa que doy por hecha, de las
facilidades con las que se encuentran los inmigrantes para
entrar… esperemos pronto una verdadera avalancha.
Les hemos ofrecido un dedo, ahora quieren el brazo entero.
Les hemos acogido con cariño… nos responden con imposiciones
de sus costumbres, usos y maneras. En otras palabras: no nos
respetan.
¿Tan Quijotes somos?
No es que esté de acuerdo con lo realizado por el Gobierno
francés con los gitanos rumanos… pero algo de razón deben
tener los franceses.
Estos gitanos nunca cambiarán, ni respetaran las leyes del
país que pisan… ¿Qué hacer? ¿Mantenerlos a todos con
subsidios a costa de los ciudadanos? ¿Permitirles que hagan
lo que les de la real gana? ¿Permitirles mantener un estado
de alarma social por robos y atracos?
Las anteriores preguntas valen también para el resto de
inmigrantes.
Cuando a mi me interesa acampar en plena Plaza de los Reyes,
seguro que a los dos minutos viene la Urbana y me echa con
cajas destempladas…, lo mismo si decido hacerlo bajo el
Puente de África.
Somos demasiados tolerantes con los extranjeros y demasiado
duros con los propios ciudadanos. Para ellos existe el
beneficio de la duda, para los ciudadanos españoles no.
Cuando se derrumban viviendas en el extranjero… todo son
ayudas y donaciones, envío de tropas y voluntarios que
ayuden a buscarles cobijo, etc.
Cuando se derrumba una familia española por cuestiones
ajenas, como el paro, sin templar gaitas… a la puta calle
por no poder satisfacer el hambre del Banco con la hipoteca.
Si se inunda una población extranjera, los dirigentes del
país se vuelcan en ayudarla.
Si es una ciudad española… con su pan se lo coma.
¿Eso es justo? Si es que alguien sabe lo que es justo.
Si no hay dinero para los españoles… ¿cómo es que lo hay
para los extranjeros?
Eso de la crisis me suena a cuento, y no chino precisamente.
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