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OPINIÓN - JUEVES, 26 DE AGOSTO DE 2010

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

La credibilidad de nuestros políticos es el tercer problema de los españoles, según dicen los entendidos en la materia. Cada día la clase política aparecer más deteriorada ante la opinión pública española, que no ve con muy buenos ojos la actuación de algunos de ellos.

Sin entrar en discusión alguna, pues cada quisqui es libre de opinar como mejor le venga en ganas. Lo cierto es que los partidos políticos parecen empeñados en llevar en sus listas, a las elecciones municipales, autonómicas o generales, a personas cada vez con menos carisma ante el electorado que, en ocasiones, se pregunta y ese que va en la lista quién es y qué ha hecho para merecer ir en las mismas.

Estoy de acuerdo con Bono que los mejores candidatos son los que el pueblo elige y no los que van, en esas listas, por el señalamiento del “dedatil”, una de las formulas de las que se valen los mandas, para colocar en las listas no a quienes más valen, sino a quienes ellos les interesan que vayan en las mismas, para tener siempre dispuestos, a estos del “dedatil” a decir a cualquiera de sus decisiones, “si, bwana”.

Observando objetivamente las listas, me da igual el partido que sea el que las lleve a cabo, encontrará en las mismas a personajes que jamás entenderá cómo pueden ir en una lista para que sean los que durante cuatro años les gobiernen, mientras que se caen de las mismas, otros personajes con mucha mejor preparación cultural y política que usted pensaba, sin duda alguna, formarían parte de esas listas a las elecciones.

Hay mandas que piensan, de todo tiene que haber en este mundo de Dios, que llevar en sus listas a personajes preparados cultural y políticamente y a veces mucho mejor político que los mandas, les pueden crear problemas, ya que no le pueden gobernar como a aquellos otros del “dedatil”, que quedan muy lejos, cultural y políticamente, de ellos. Un gran error.

Si yo fuese uno de esos mandas cosa, por supuesto que ni lo soy ni lo seré, sin lugar a duda me rodearía de los mejores, aunque estuviesen mucho más preparados que yo, puesto que sus grandes conocimientos me ayudarían a resolver los problemas que se me puedan presenta. Al fin y al cabo el manda soy yo, y me colgaría todas las medallas del éxito conseguido, recibiendo el aplauso del pueblo, que vería en mi persona un manda para toda la vida.

Recuerdo a alguien que dirigía un medio de comunicación que no aceptaba, en el mismo, a nadie que le pudiese hacer sombra, tratando de darle trabajo, en ese medio, a todos aquellos que él consideraba que estaban muy por debajo de sus conocimientos.

Por cierto, este manda no era ningún genio de los medios de comunicación, más bien un mindundi al que la tómbola de la vida le había regalado el bastón, la gorra y el pito con mando.

Así le creció el pelo, fue de fracaso en fracaso, y cuando quiso acudir a buscar a alguien con suficiente capacidad para levantar el medio, todos se negaron a ir con él, dejándolo en la estacada.

Salió del medio con más pena que gloria, sin que nadie tuviese un recuerdo para él. Así son algunos mandas, cambian oro por cobre.
 

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