El abuelo del vecino de la ciudad Ernesto Sastre, llamado
Ernesto Sastre Vallecillo, fue uno de los represaliados
ceutíes que, en 1936, cuando la Guerra Civil acababa de
estallar, fue llevado por la Falange al campo de
concentración ‘El Mogote’, en Tetuán. Allí fue fusilado. Su
nieto y su familia buscan que su memoria se mantenga viva y
que, aunque sus restos no puedan ser encontrados, tenga un
espacio en el que pueda ser recordado en el cementerio de la
ciudad. Ernesto insiste además, con respecto a la todavía
candente polémica relacionada con la memoria histórica, que
“lo que estamos haciendo no tiene ningún fin político ni
pretende avivar polémicas: llevamos a cabo estas acciones
por razones humanitarias”.
Pregunta.- ¿Cuándo murió su abuelo? ¿Qué edad tenía?
Respuesta.- Mi abuelo por parte paterna, Ernesto Sastre
Vallecillo, del que he heredado mi nombre y mi primer
apellido, murió fusilado muy joven por los miembros de la
Falange. Esto ocurrió el 21 de este mismo mes agosto del año
1936, cuando él únicamente contaba con 29 años. La Guerra
Civil que asoló a nuestro país estaba entonces prácticamente
recién empezada. Hoy hace 74 años de todo aquello y,
concretamente, hace poquísimos días se cumplió otro
aniversario más de la muerte de mi abuelo.
P.-¿Por qué razones le fusilaron? ¿En qué lugar lo
hicieron?
R.-Mi abuelo fue otro represaliado más durante aquel
terrible conflicto, otro de los tantos que perdieron la vida
en un tiempo de guerra. Él era un caballa que vivía aquí, en
Ceuta, y su oficio era el de panadero. Estaba afiliado, como
tantos otros que fueron represaliados, a la ‘Casa del
Pueblo’. Mi abuelo fue así perseguido, arrestado y fusilado
por los miembros de la Falange. Lo pusieron en busca y
captura y, cuando lo atraparon, lo enviaron al campo de
concentración de ‘El Mogote’, en la vecina ciudad marroquí
de Tetuán. Allí fue donde finalmente lo fusilaron.
P.-¿Y han podido encontrar el lugar en el que su abuelo
paterno está enterrado?
R.-Hasta ahora no hemos podido. Suponemos que ha de
encontrarse enterrado en Tetuán, pero tenemos constancia de
que en el cementerio cristiano de esta ciudad únicamente se
pueden encontrar las tumbas de militares. Mi abuelo puede
estar enterrado, creemos, en los alrededores del campo de
concentración en el que le fusilaron, en donde también
pensamos que han de estar otras personas que fueron
represaliadas junto a él.
P.-Busca usted que la memoria de su abuelo sea reconocida
en la ciudad. ¿No es así?
R.-En el cementerio de Santa Catalina de la ciudad no hay
lápidas ni monumentos que recuerden o que hagan referencia a
los que, durante la Guerra Civil, murieron, como mi abuelo,
en Tetuán. A mi familia y a mi nos gustaría, si fuese
posible y si los restos no pueden ya encontrarse o
recuperarse, que en Ceuta existiese alguna mención para
estas personas. Nos gustaría que, por una cuestión humana,
mi abuelo, Ernesto Sastre Vallecillo, tenga un espacio en el
que su nombre aparezca reseñado para que no le olviden. Fue
víctima de una etapa de nuestra historia muy dura y que,
precisamente por ello, los españoles no podemos olvidar.
P.-¿Dejo su abuelo, al morir, una familia numerosa?
R.-Dejó a su mujer, mi abuela, Victoria Jiménez Vera, y a
dos huérfanos que eran mi padre, Rafael Sastre Jiménez, y mi
tío, Juan Sastre Jiménez. Pudieron salir adelante juntos en
aquella época y seguir conformando otras nuevas familias.
P.-Para que su abuelo tenga el reconocimiento que usted y
su familia demandan, ¿a quién se dirige?
R.-Lo que queremos, esencialmente, es que este anuncio
llegue a oídos de todos, por si alguien sabe algo en el caso
de que fuese posible recuperar los restos de mi abuelo.
Tampoco tenemos problema en pedir ayuda a la Ciudad para que
estos represaliados que murieron en la vecina Tetúan tengan
su correspondiente recuerdo en el cementerio de Ceuta.
Nosotros queremos que se enteren de esto todas las personas
posibles. Es más, también quiero facilitar mi teléfono
personal, que es el 609760824. Toda ayuda y toda información
que podamos obtener es poca.
P.-En estos momentos en España, más que nunca, está muy
vigente la cuestión de la recuperación de la memoria
histórica. Posiblemente sea además uno de los temás más
polémicos a los que se enfrenta el país junto con la
crisis...
R.-Existe una cuestión que yo quiero dejar, en este aspecto,
muy clara: nada de lo que estoy haciendo tiene un fin
político. Mi familia y yo no queremos crear polémica ni
tampoco alimentar la ya existente en España con respecto a
este asunto de la memoria histórica. Lo único que buscamos
con esta investigación es que una persona fallecida tenga un
lugar en el que pueda ser recordada en la ciudad como lo
tienen otras. Nada más. Esto es una cuestión humanitaria por
encima de todo, y no pretenda nada más. Las cuestiones
humanitarias están por encima de cualquier política.
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