El cuerpo sin vida del joven submarinista ahogado el
viernes, Jesús Lladó, fue incinerado ayer en el Cementerio
de Santa Catalina tras un breve pero emotivo responso en la
capilla ardiente instalada en el tanatorio de San Amaro, no
demasiado lejos de donde se lanzó a practicar la pesca
submarina y resultó engullido por las aguas.
Los restos mortales del joven submarinista que perdió la
vida el viernes, Jesús Lladó Murcia, abandonaron ayer el
tanatorio municipal camino de la eternidad poco después de
las doce del mediodía.
Durante todo la jornada del domingo y las primeras horas de
ayer, la morgue fue recibiendo a infinidad de amigos,
conocidos y autoridades que quisieron trasladar a la familia
su pesar por la pérdida de este querido vecino de Ceuta, que
abandonó a los suyos cuando tenía tan sólo 24 años de edad.
Una vez celebrado el breve pero emotivo responso en la
capilla ardiente preparada para orar por su alma, el féretro
fue conducido hasta el cementerio, donde fue incinerado para
dejar descansar sus cenizas junto a sus seres queridos.
El velorio se había convertido en un trasiego de familiares
y amigos de Jesús que no podían contener las lágrimas ante
la repentina pérdida del joven submarinista. Sus vínculos
familiares y amistosos eran amplios, y entre los asistentes
pudo verse al presidente de la Ciudad Autónoma, Juan Jesús
Vivas, la portavoz del Gobierno de la Ciudad, Yolanda Bel, y
el consejero de Gobernación, José Antonio Rodríguez.
Sus padres, a bordo de un vehículo negro, fueron los
primeros en abrir la comitiva que acompañó al coche fúnebre
hasta la necrópolis de Santa Catalina, donde le ofrecieron
su último adiós en una situación mucho más privada. Huelga
extenderse sobre el dolor dibujado en el rostro de los dos
progenitores del joven submarinista.
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