El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, viaja hoy
a Rabat como emisario del Gobierno con el objetivo de dar
por zanjados los últimos “malentendidos” con Marruecos, que
el Ejecutivo ha optado por limar “fuera de los focos” para
rebajar la tensión en la frontera de Melilla. Rubalcaba
culmina una serie de gestiones discretas en las que han
estado implicados desde el máximo responsable de la Policía,
Francisco Javier Velázquez -que esta semana ha viajado a
Rabat para preparar la visita del ministro-, hasta el Rey
-que llamó al monarca marroquí-, pasando por el ministro de
Asuntos Exteriores.
El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, viaja
mañana a Rabat como emisario del Gobierno con el objetivo de
dar por zanjados los últimos “malentendidos” con Marruecos,
que el Ejecutivo ha optado por limar “fuera de los focos”
para rebajar la tensión en la frontera de Melilla.
La visita de Rubalcaba culmina una serie de gestiones
discretas en las que han estado implicados desde el máximo
responsable de la Policía, Francisco Javier Velázquez -que
esta semana ha viajado a Rabat para preparar la visita del
ministro-, hasta el Rey -que llamó al monarca marroquí-,
pasando por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel
Moratinos.
Éste negó el jueves que lo sucedido en Melilla hubiera
supuesto “un conflicto, ni un eventual conflicto, ni una
crisis bilateral”, mientras que la vicepresidenta primera
del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, se
felicitaba al día siguiente de que la situación se hubiera
“reconducido” gracias a las gestiones diplomáticas.
El Ejecutivo ha apostado por esta fórmula pese a las
críticas del PP, que ha acusado al Gobierno de falta de
firmeza con Marruecos, de abandonar a su suerte a Melilla y
de no defender a los policías allí destinados.
Estas acusaciones han sido formuladas desde la propia ciudad
autónoma por el vicesecretario de Comunicación del PP,
Esteban González Pons, y por el ex presidente José María
Aznar, cuya aparición por sorpresa en Melilla el pasado
miércoles supuso el momento de mayor tensión entre el
Gobierno y la oposición, a pesar de coincidir con la
práctica vuelta a la normalidad de la población.
Y es que el acuerdo entre las asociaciones de comerciantes
de Melilla y los activistas pro-marroquíes para no prolongar
durante el Ramadán el bloqueo en el suministro de alimentos,
la retirada de los carteles vejatorios contra las policías
españolas y la entrevista en Rabat de Velázquez con sus
homólogos marroquíes dejaban adivinar ya ese día el fin de
la crisis.
Ésta se había iniciado el pasado 16 de julio, cuando
Marruecos denunció que la Policía española había agredido a
cinco jóvenes en la frontera en un comunicado, al que
siguieron otros en los que se llegó a hablar de “peligroso
giro racista” y que se sumó a la acusación a la Guardia
Civil de haber abandonado frente a sus costas a ocho
inmigrantes subsaharianos “en un estado crítico de salud”.
El Gobierno defendió la actuación de la Policía y negó la
veracidad de las denuncias, pero la tensión fue en aumento
cuando un reducido grupo de activistas se instaló en la
“tierra de nadie” que bordea la frontera y colgó carteles
con fotomontajes vejatorios dirigidos a las mujeres policía
españolas. Esos mismos activistas llegaron a bloquear en dos
ocasiones el transporte de alimentos a Melilla, mientras el
PP, los sindicatos policiales y las asociaciones de guardias
civiles acusaban de inacción al Gobierno y reclamaban una
respuesta contundente a Marruecos y un apoyo explícito a las
agentes. Así, el pasado martes González Pons dijo, tras
visitar la frontera, que la situación era de “máxima
tensión” y Aznar acusó al día siguiente al Gobierno de
“dejadez” hacia Melilla, mientras el ministro de Fomento,
José Blanco, le llamaba “desleal” por visitar la ciudad en
esos momentos. Pero lo cierto es que, mientras el cruce de
reproches entre el Gobierno y el PP se intensificaba,
Melilla recuperaba la calma al tiempo que se hacían visibles
los resultados de las gestiones desarrolladas hasta entonces
“en la sombra” entre España y de Marruecos.
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