Muchas son las similitudes entre
las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla aunque, la
principal sin ninguna duda es ser el objetivo común de las
reivindicaciones anexionistas provenientes del país vecino,
Marruecos. Reivindicaciones totalmente infundadas ya que,
ambas ciudades pertenecen al reino de España antes de que
existiera el reino de Marruecos. Solo debemos recordar como
los portugueses conquistaron Ceuta en 1415 y Melilla en
1497, pasando ambas ciudades a pertenecer a la corona
española en 1647 la primera y en 1556 la segunda. Por tanto,
resulta evidente que ambas ciudades pertenecen al reino de
España antes de que existiera el actual reino de Marruecos.
También, es momento de mencionar el desafortunado desinterés
sufrido por ambas ciudades a lo largo de nuestra corta
historia democrática proveniente de los diferentes gobiernos
socialistas que se han sucedido a lo largo de los años
aunque, en estos momentos de mi reflexión, prefiero
conservar los positivo y recordar las numerosas decisiones
adoptadas por los ejecutivos de José María Aznar, que
posibilitaron el resurgir de dos ciudades abandonadas por
quienes ahora critican abiertamente el compromiso total de
este dirigente político con ambas ciudades norteafricanas.
Durante las últimas semanas, la ciudad hermana de Melilla ha
sufrido, una vez más, las intransigencias del reino alauí a
través de las actuaciones violentas organizadas por
diferentes asociaciones no gubernamentales influenciadas
directamente por los servicios secretos del país vecino.
Organizaciones dirigidas por traidores a los que se les
retiró la nacionalidad española, organizaciones que han
violentado impunemente el perímetro fronterizo y agredido
vehementemente un principio básico recogido en la
Constitución Española, la igualdad entre hombres y mujeres.
Un grupo de desalmados que han humillado a nuestros Cuerpos
y Fuerzas de Seguridad del Estado con la única intención de
reincidir en una reivindicación injustificada.
Durante dos semanas, los melillenses han soportado en
solitario la presión ejercida desde el país vecino,
sufriendo desde el desamparo provocado por la indiferencia
del Gobierno socialista los ataques injustificados contra la
españolidad de la ciudad autónoma. Dos semanas en el que el
silencio del Presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez
Zapatero, del ministro de asuntos exteriores, Miguel Ángel
Moratinos y de la ministra de igualdad, Bibiana Aído han
sido la nota predominante en un nuevo episodio
reivindicativo del Gobierno marroquí. Los próximos días
serán cruciales para conocer la finalidad de unas
actuaciones que han sembrado de incertidumbre a toda una
población.
Quienes conocemos la verdadera naturaleza del régimen
totalitario del monarca alaúi, Mohamed VI, sabemos
perfectamente de la imposibilidad de organizar y desarrollar
cualquier tipo de concentración o manifestación en
territorio marroquí sin el consentimiento de sus autoridades
por tanto, los acontecimientos mencionados responden a la
vieja estrategia de desestabilizar al Ejecutivo español con
la única intención de alcanzar los objetivos planteados. En
definitiva, el Ejecutivo socialista ha mostrado, una vez
más, el desinterés más absoluto hacia unos ciudadanos, que
son utilizados como moneda de cambio en unas relaciones
bilaterales en las que priman los intereses de ambos
gobiernos por encima de los intereses de ambas ciudades.
Hoy, ha correspondido a la ciudad hermana de Melilla
soportar las intimidaciones provenientes del otro lado de la
frontera mañana, nos corresponderá sufrirlas a nosotros.
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