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OPINIÓN - DOMINGO, 22 DE AGOSTO DE 2010

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

¡Maestro me lo llevo!
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Joaquín Lara, “Quino”, fue alumno del C.P. “Maestro Juan Morejón”, en mi primera etapa en el citado Centro. Carismático y con un gran poder de captación de amigos. No destacaba mucho en sus estudios, 2º Etapa de la E.G.B, necesitando apoyos en las áreas fundamentales para conseguir superar sus cursos.

Recordaré que, todos los viernes, unos minutos antes de la conclusión de la jornada escolar, su padre se lo llevaba a una escuela de tauromaquia ubicada en la vecina ciudad de Algeciras, con un correcto ¡Maestro, me lo llevo! Y es que el Sr. Lara, hombre entregado por completo a su familia, quería que Quino triunfara como torero. Y en ello ponía toda su ilusión. Y es que él, el padre, conocía muy bien el arte de torear, puesto que se había vestido de luces en muchas ocasiones, no teniendo la suerte necesaria para conseguir el triunfo en ese mundo tan difícil del toreo. También el abuelo de Quino, estuvo ligado a la lucha de toros bravos, Larita I, que al parecer tuvo cierto relieve. Por lo tanto, el Sr. Lara había puesto “toda la carne en el asador” para que nuestro alumno, su hijo, consiguiera continuar la saga de los “Larita”.

Muchos sacrificios para que Quino lograra la educación suficiente, pudiera vestir el traje de luces y debutar como novillero. Permanecían en Algeciras todo el fin de semana, habitando una vivienda que habían alquilado. Regresaban el domingo, en el último barco, para que el lunes, padre e hijo se incorporaran a su deberes cotidianos.

Con toda la concentración puesta en conseguir el triunfo en el mundo del toreo, era lógico pensar que nuestro alumno tuviera sus estudios en un segundo plano, por lo que su rendimiento escolar, como he anotado al principio, no era satisfactorio.

Y llegó el momento de su presentación. Al parecer, Quino había superado su periodo de aprendizaje y tenía condiciones para moverse con dignidad dentro del complicado mundo del llamado “arte de Cúchares”. Y fue en su ciudad, donde Quino quiso hacer su debut, que estaba programado para el día 4 de Enero de 1997, a las 4 de la tarde. Una gran novillada, sin picadores, con reses de D. Cateyano Muñoz, de Zafra (Badajoz). Compartía Quino cartel con Víctor Janeiro, hermano de Jesulín de Ubrique, Luis Vilches, de Utrera, prometedor novillero. Pero, la suerte no estuvo a su favor de estos ilusionados novilleros, ya que la corrida no se pudo celebrar, al ser suspendida por causa del mal tiempo.

Por dos veces, con distinto cartel se quiso celebrar la corrida, y por la misma causa se tuvo que suspender.

Posiblemente, seguirían otras actuaciones, ya habiendo dejado el Colegio. Pero el incansable padre seguiría como apoderado del hijo, buscando, por un lado, otras actuaciones para el prometedor novillero. Siempre en la lucha, pretendiendo conseguir, dentro del mundo de los toros, lo mejor.

Pero, ¡ocurrió la tragedia! No en el ruedo, ni el protagonista, el torero. Fue su padre, que encontró la muerte en la carretera, en un accidente de tráfico en nuestra ciudad. La noticia nos dejó sin respiración. Dicen, que no es la muerte que desean los toreros. ¡La mejor muerte la ocurrida en la plaza, por un toro! La familia quedó desecha, y Quino se quedó sin apoderado, que más de una vez le escuché decir, ¡lo bueno sería que mi hijo tuviera un buen padrino!

Ha transcurrido unos dieciocho años. Siempre me pregunté que había sido de Quino. Di por cierto que el “mundo de los toros” no sería el suyo. Al preguntarles a algunos de sus antiguos compañeros, sólo me decían que no se encontraba en nuestra ciudad, pero que no sabían de su vida familiar y profesional.

El encuentro imprevisto con un familiar, que me identificó como el maestro de Quino, de aquella etapa llena de ilusiones por parte de toda la familia, me facilita datos suficientes para ponerme en contacto con él: reside en Estepona, está casado y trabajo. Un número de teléfono completaría algunos puntos oscuros de la frustrada ilusión de Quino.

Puesto en contacto con Quino, me cuenta que, en efecto, esa corrida donde se habían puesto tantas ilusiones, no pudo celebrarse por el mal tiempo. Después no se pudo repetir cartel por compromisos de los dos compañeros que lo compartían. La fecha fue muy inapropiada -4 de Enero-, por lo que, incluso se esperaba que tiempo tendría mal comportamiento.

Quino, pese a todas las adversidades, intentó continuar, siendo en Moguer, Huelva, en 1998, cuando se retiró, contándose la coleta, y sin esperar nuevas situaciones que le devolvieran a lo que podría haber sido la resolución del sueño de su vida.

Actualmente, encontrándose el país con esa grave crisis, que afecta al mundo de la construcción, precisamente pertenece a una pequeña empresa, donde también sufre las consecuencias de la falta de trabajo.

Pero me da la sensación que es feliz. Junto a su compañera, tres hermosos hijos, donde quizás recobre el sueño de que uno de ellos, varón, pudiese ser el continuador de la dinastía de los “Larita”, en su cuarta generación. ¡Suerte Quino!
 

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