Necesariamente, tienen que ser la
base de sus sindicatos correspondientes, o lo que es lo
mismo, el punto vital del apoyo sindical.
Hasta ahí, todo muy bien, pero poco a poco, y muy
especialmente los jóvenes, van dando la espalda a estos
sindicatos que, en un año, han perdido cerca de 300.000
afiliados.
Esto, no se puede ver de otra forma, es la primera llamada
de atención, especialmente, a las dos grandes centrales
sindicales, UGT y CCOO, por ese papel que vienen
desempeñando en estos momentos , tan delicados, de la
crisis.
Y era algo que se veía venir, por cuanto las grandes
centrales sindicales, más que nadie, se han mantenido
haciendo el caldo gordo al Gobierno, han sido su principal y
fiel aliado, en los momentos en los que habría que haberle
dicho: basta, mientras que su posición, como si fueran una
sucursal más, bien remunerada, por el propio Gobierno, ha
hecho que tanto los afiliados a la central sindical de “Toxo”,
como los seguidores de Cándido Méndez, vayan dando la
espalda, cada día más a estos sindicatos.
Y unos sindicatos, que debieran sostenerse con las cuotas de
sus afiliados, siguen recibiendo sabrosas subvenciones, al
tiempo que el 50% de los trabajadores o no sabe nada o sabe
muy poco de la labor de estas centrales.
Ha hecho falta un poco más de un año de una situación
complicada, en el campo del trabajo, para ver por donde van
los sindicatos y su actuación ha traído el rechazo de los
trabajadores.
Y aunque no me gustan los datos, por lo farragoso que hacen
cualquier comentario, lo más significativo es que sólo el
11%, escasamente, de los empleados que más pueden rendir por
sus edades, entre 25 y 29 años, están apuntados a
organizaciones sindicales como CCOO y UGT, lo que en las
propias centrales ha creado ya el pánico de lo problemático
que va a ser el relevo generacional.
Y lo que hemos dicho, en repetidas ocasiones, a nivel local
de Ceuta, lo tenemos que seguir diciendo a todos los
niveles, tanto de autonomías como de ámbito nacional: No hay
apoyo serio y afiliados que sientan, de verdad, lo que es y
debe ser un sindicato.
Las líneas de estas organizaciones no pasan del discurso
demagógico, siempre hablando de izquierdas y de derechas,
pero no gestionando, no formando y defendiendo, en serio,
cuando un trabajador lo necesita.
Vistas así las cosas y volviendo a los datos fríos, pero
elocuentes, tan sólo el 17,2% de los ocupados se afilia
ahora a los sindicatos, un poco menos que el año anterior.
Y que nadie piense que esa “no afiliación” es por no pagar
un recibo, nada de eso, porque afiliarse a un sindicato,
hoy, cuesta entre cinco y diez euros, tan sólo.
Nunca fui seguidor de cualquiera de los sindicatos, y mucho
menos habiendo vivido, desde dentro, unos meses, los
planteamientos y las acciones de unos y otros. Aun así, mi
formación me ha hecho ver, desde hace años, la importancia
que los sindicatos tuvieron en ciertos momentos claves de la
historia, haciendo verdaderas reivindicaciones y no
dejándose comprar por los gobiernos de turno. Hoy, sin
embargo, se han convertido en “una carrera política más”, en
la que las liberaciones de muchos de ellos han puesto en el
disparadero a las propias centrales sindicales.
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