Tal y como estaba previsto, ayer a
las 19.00 hora de Marruecos (dos horas menos aquí, en
España) centenar y medio de activistas se concentraron en la
frontera de El Tarajal con las consignas y los gritos de
rigor. No se me confundan. No eran cuatro desharrapados ni
mucho menos. Ayer estaba a las puertas de Ceuta lo más
granado de la sociedad civil del norte experta en estas
lides: desde el sonriente abogado tetuaní Hajji a
responsables de influyentes cofradías como Abdeslám Ouazzani,
pasando por Abdelmounim Chaouki, de Nador y el mismo Said
Chramti, presidente de la Asociación Gran Rif de Derechos
Humanos, a los que se unieron varias decenas de militantes
asociativos venidos de Rabat y hasta de Casablanca. No, no
fue la movida habitual a la que estamos habituados por estos
lares. En las reivindicaciones se alternaban consignas a
favor de la “marroquinización” de Ceuta y Melilla, junto con
gritos en pro de los derechos humanos y en contra de ciertas
actuaciones de las fuerzas de seguridad españolas, mientras
alguno de los organizadores aseguraba a este escribano del
“limes” que “también le llegará la hora a la policía
marroquí y a muchos de sus excesos”, “de hecho ya echamos a
las Fuerzas Auxiliares de la frontera de Beni-Enzar por
extorsionadoras”, pero (continúa mi interlocutor) “el último
hecho, aquí en Ceuta, con los subsaharianos arrojados al
agua al lado de Castillejos por la Guardia Civil fue
inhumano”.
La concentración, durante la que en ningún momento fue
interrumpido el tráfico rodado de entrada y salida a Ceuta,
fue seguida de una sabrosa y nutritiva “harera” con la que
los esforzados activistas rompieron a la ahora preceptiva el
ayuno de Ramadán. “Harera” completa: con su sopa, leche,
dátiles, empanadillas, chuparkías y hasta una pequeña pizza,
tras la que el abogado Hajji tomó la palabra a fin de volver
a caldear los ánimos y gritar las últimas consignas de rigor
antes de retirarse, mientras una discreta pero siempre
efectiva presencia de las fuerzas de seguridad marroquíes se
mantenía en las inmediaciones.
El ministro Moratinos podrá decir lo que quiera y el
inefable Rubalcaba argumentará estos días más de lo mismo.
Sin duda hay momentos de bonanza pero la crisis subyace,
agazapada, en el mismo corazón de las espesas relaciones
bilaterales hispano-marroquíes, esperando tan sólo la
ocasión propicia para sacar cabeza. Esto va para largo,
equivocado está Zapatero si piensa que con las últimas y
cuantiosas ayudas donadas va a eliminar el problema. Podrán,
por un tiempo, templarse gaitas pero los analistas de Rabat
le han tomado la medida a este Gobierno y están ensayando
sus cartas a fin de conseguir sus objetivos, con la idea
preconcebida de que quizás no vuelva a repetirse otro
momento como éste: una España en crisis (económica,
autonómica...) y con un gobierno débil y abiertamente
pactista. Marruecos exige apoyo expreso para las “Provincias
del Sur” (Sáhara) y la apertura de algún tipo de reflexión
sobre Ceuta y Melilla. Visto.
|