José María Borrás Rodríguez, consejero adjunto a Presidencia
de Borrás SL de Productos Alimenticios, nos cuenta en esta
entrevista algunas curiosidades interesantes de la historia
del chocolate Maruja, con el que se han criado numerosas
generaciones de ceutíes a lo largo de casi un siglo desde
que su familia iniciara la fabricación de chocolate en esta
ciudad. Nombres míticos como Negrita o Pierrot todavía están
en la memoria de muchos de los caballas porque formaron
parte de su vida en algún momento. Ricardo Borrás Rodríguez,
director general y accionista mayoritario, no pudo estar
presente por encontrarse en una reunión anual internacional
en Estados Unidos sobre la pesca del atún.
Pregunta.- ¿Cómo les llegó la noticia de que la Ciudad
les proponía para recibir la Medalla de la Autonomía de este
año?
Respuesta.- Nosotros ya teníamos idea de que se iba a
producir la propuesta porque mi hermano Ricardo, presidente
de la empresa, hace unos meses recibió una visita de Juan
Vivas y hubo comentarios en ese sentido. Y se confirmó el
pasado mes de julio, en la moción que aprobó el Pleno de la
Asamblea.
P.- ¿Cómo se sienten?
R.- Muy contentos, con mucho orgullo y satisfacción. En
estos momentos también piensas en los mayores. Mi padre no
podría imaginarse que esto llegaría a convertirse en lo que
es en la actualidad. Este reconocimiento tiene un carácter
especial, quizá por tratarse de una empresa tan antigua, por
haberle dedicado nuestros padres la atención que necesitó en
su momento, y creo que es el negocio más antiguo que pervive
en la familia, desde 1917. Estamos agradecidos a la Ciudad
por haberse acordado de nosotros, de una labor que iniciaron
nuestros padres y nuestro abuelo.
P.- La noticia, ¿ha llegado a toda la familia?
R.- Bueno, no lo sé con seguridad. Somos muchísimos.
Descendemos de tres hijos que tuvo mi abuelo, que fueron los
socios fundadores, gente muy emprendedora, que hicieron
muchas sociedades aquí, en Ceuta, en la Península y hasta en
el norte de Marruecos. Tuvimos una refinería en Tetuán en
los años cincuenta. Somos dieciocho primos y cada uno se
marchó a vivir a distintos lugares. En Ceuta queda poca
familia, algunos miembros de Borrás Ballesteros, que son muy
conocidos, y las otras dos ramas, Borrás Rodríguez, que es a
la que yo pertenezco, y Borrás Llop, nos fuimos a la
península e iniciamos nuestros negocios. Llevamos en la
sangre el espíritu empresarial porque nuestro padre así nos
lo enseñó. Aún así, se crearon importantes empresas... Mire
usted, tengo a mano un documento del que voy a comentarle
algunas solamente, las más significadas y con ubicación en
Ceuta: una fábrica de hielo (1928), almacén de vinos al que
se le llamaba La Bodega, torrefacción de café (1939), la
compañía Azucarera Alcoholera en Tetuán (1950), una de
efectos navales en el muelle Dato en 1960, destilerías de
alcohol en Ceuta y el norte de Marruecos..., son algunas de
las más importantes de aquí, y la del chocolate Maruja,
claro está.
P.- Y la fábrica de chocolate, ¿cuándo empezó?
R.- Retrocedemos al año 1917, aunque la sociedad se llamaba
“La Unión” por aquella época. Eran dos familias, la de
Constantino López y la de Borrás. Esta sociedad actualmente
se llama Borrás SL de Productos Alimenticios, y data del año
1956, pero la fábrica viene desde el principio.
P.- ¿Siempre estuvo la fábrica en el mismo lugar?
R.- En la misma calle, sí. Al principio estuvo en el número
cincuenta y ocho de la actual Marina, que en esos años se
llamaba la calle López Pinto, hacía esquina con Alfau. Yo,
desde pequeño, la recuerdo ya en esta ubicación. Era una
cosita pequeña que fabricaba muy tradicionalmente. Imagínese
la evolución desde entonces. Es cierto, cambian los tiempos,
cambian los procesos y se mejora la producción.
P.- ¿En qué niveles se encuentran ustedes actualmente?
R.- En las últimas estadísticas de producción nos
encontramos en una elaboración anual de siete mil toneladas
de chocolate, son siete millones de kilogramos, y trasladado
a tabletas se convierten en cincuenta millones de unidades.
Para poder hacer una comparación, en el año 1991 nos
encontrábamos en mil toneladas, siete veces menos que ahora.
P.- ¿Cuántos ingredientes gastan?
R.- Los mismos de la producción, actualmente está en siete
mil toneladas, distribuidas en los diferentes ingredientes
necesarios para su elaboración.
P.- ¿La logística funciona bien?
R.- Ceuta está muy bien comunicada, goza de una buena
ubicación. Todo lo compramos en el mercado internacional y
los contenedores llegan al puerto de Algeciras. Si
necesitamos azúcar, que viene de América del Sur, o grasa,
que llega de Asia, o cacao desde cualquier sitio del mundo,
no tenemos problema.
P.- ¿Cómo puede explicar esa evolución tan grande?
R.- El crecimiento importante de producción ha sido en estos
últimos años, debido principalmente a la modernización de la
fábrica. Utilizamos tecnología punta. Tenemos la misma
maquinaria que los grandes fabricantes de chocolate, con la
única diferencia en que se trata de una fábrica pequeña,
pero nuestra tecnología es la misma que tiene Nestlé,
Cadbury, cualquier otro fabricante.
P.- ¿En el chocolate pasa como en la coca-cola? ¿La fórmula
es secreta?
R.- No, la receta existe. Para eso están los maestros
chocolateros. Si quieres hacer un chocolate, puedes
contactar con uno de estos especialistas. Puedo decir que
son profesionales que pasan facturas grandes, cobran mucho
dinero. Hace años hicimos una prueba de fabricar chocolate
de mucha calidad, Kingbor, y se contrató a un maestro
chocolatero suizo. Cada especialista tiene su fórmula, con
trucos de su cosecha. Nosotros intentamos hacer un chocolate
que ha demostrado con el paso de los años que está muy
aceptado.
P.- El chocolate Maruja es sucedáneo, ¿en qué consiste esa
diferencia?
R.- Las diferencias son dos: el chocolate se refina y el
sucedáneo se muele. La grasa utilizada en el chocolate es de
cacao y en el sucedáneo es de palmito, en nuestro caso.
Somos uno de los pocos fabricantes de sucedáneo del mundo,
por no decir los únicos, que damos un tratamiento de
refinado exclusivo y eso se convierte en la bondad de
nuestra pasta. La cremosidad que tiene se debe a ese
proceso. Los otros fabricantes muelen las materias primas
sin más.
P.- ¿Es por algún motivo especial?
R.- Por cuestión de conservación y de logística, es más
resistente a los cambios de temperatura. Vendemos mucho en
el mercado africano y buscamos la mayor consistencia del
producto.
P.- ¿Hasta qué países del mundo llega el chocolate Maruja?
R.- Le puedo contestar que es el único producto genuinamente
ceutí que se puede encontrar en Bélgica, Holanda, Italia o
Alemania como países europeos; pero en África tenemos
constancia de haberlo encontrado en puestos de mercado de
Costa de Marfil, en Abidjan. También nos han llegado
noticias de personas que lo han visto en Sudáfrica.
Principalmente se vende en Marruecos y norte de África. Este
mercado puede absorber, prácticamente, la mitad de la
producción.
P.- ¿Qué recuerdos le traen los otros nombres como Negrita,
Pierrot…?
R.- Ya no se hacen, porque nos especializamos en sucedáneo
por las razones que ya he comentado antes. En verano había
problemas con la conservación. Después ya vimos que el
producto más aceptado era el chocolate con almendra y nos
volcamos en eso y fuimos eliminando marcas. Yo tengo
recuerdos magníficos. Por ejemplo, le puedo decir que la
niña que figura en el envoltorio de Maruja de los años
sesenta es mi prima Montserrat Borrás Llop, que vive ahora
en Madrid.
P.- Ustedes también se habrán criado con el chocolate de
esta fábrica…
R.- Claro que sí. Si estábamos dando una vuelta con las
bicicletas, pasábamos por la fábrica y ya imagínese…
P.- Hemos hablado de una gran producción para una ciudad
como Ceuta, ¿cuántas personas trabajan en la fábrica?
R.- Con la última evolución, todo quedó muy tecnificado. La
mano de obra, como es normal, para poder competir, tiene que
estar el proceso automatizado. En cuanto a número de
personas, es elástico según la época del año. Es un producto
estacional, que se consume fundamentalmente en los meses de
poco calor, donde aumentan las ventas de forma espectacular
y se necesita estar a pleno rendimiento y tener más
personal. También hay otra circunstancia y es que se trata
de un producto perecedero. Nuestro chocolate aguanta bien,
pero se deteriora con el paso del tiempo. Somos muy
rigurosos y cuidamos mucho la calidad, de forma que no
queremos que esté en el mercado más de cuatro meses desde su
fabricación. Eso quiere decir que hace falta tener mucha
capacidad para adecuar las producciones. Según las fechas,
podemos pasar de fabricar seiscientas cajas diarias hasta
más de dos mil en una jornada.
P.- Por ejemplo, ¿qué hacen ahora, en agosto?
R.- Este mes tenemos la producción detenida y estamos
aprovechando para dar vacaciones al personal, limpiar toda
la maquinaria y realizar los ajustes que sean necesarios.
Cuando pase este mes, se pone todo en marcha de nuevo.
P.- El día dos de septiembre, ¿será motivo para que se reúna
la familia?
R.- Es complicado porque, afortunadamente estamos casi todos
los primos, los negocios se fueron diversificando, cada
familia cogió un camino. Hoy, de los descendientes de los
fundadores, en Ceuta hay pocas personas. Toda la familia sí
conocerá la noticia, se alegrará porque estamos muy unidos,
pero vivimos en sitios muy dispares, en Cataluña, Madrid,
Sevilla, Málaga, Jerez… muchos sitios de España.
P.- Y muchas empresas Borrás por la geografía…
R.- Sí, bastantes.
P.- No deja de ser actualidad la información sobre la
crisis. ¿Les ha afectado a ustedes?
R.- En el sector de alimentación se ha notado menos, frente
a otros diferentes. Dentro de lo mal que está la situación,
nosotros estamos menos afectados. Quizá el problema que
tenemos es la dependencia de dos mercados fundamentales
norteafricanos. El próximo objetivo, en el que nos estamos
centrando, es intentar aumentar el campo comercial en el
continente africano, donde ya sabemos que gusta nuestro
producto, somos competitivos y ofrecemos una calidad que
nadie puede igualar. Competir con grandes marcas de
chocolate es muy complicado, pero tener un sitio que ya
hemos conseguido con el trabajo de muchos años nos coloca en
un lugar especial desde el que tenemos que seguir
trabajando.
P.- Dentro de siete años, cumplen el centenario. ¿Qué
pasará?
R.- Habrá que ver dónde estamos cada uno dentro de siete
años. Esperemos que estemos todos juntos y lo celebremos.
Habrá que hacerlo de forma importante. De todas formas,
siete años pasan enseguida.
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