La UNESCO confirma hoy en día que según su estimación el
mundo se dirige a una dramática crisis del agua. De acuerdo
con esta evaluación, a mediados del siglo XXI tres mil
millones de seres humanos estarán afectados por la falta de
agua potable. Desde el año 1940 el consumo de agua dulce
mundial se ha cuadriplicado. 600 millones de personas sufren
ya hoy en 29 países la escasez de agua o la carencia total
de la misma.
El Secretario de Desertización de la ONU informa que el 30%
de la Tierra está afectado por la desertización y que ésta
pone en peligro la base existencial de más de mil millones
de personas. Entretanto en África se ha secado el 65% del
terreno de cultivo. La situación en China es también
dramática. allí la desertización afecta a 2,62 millones de
Km2, el doble del terreno de cultivo que posee.
Además la contaminación del agua con productos químicos
aumenta constantemente. Entretanto, la mayoría de las vías
fluviales y marítimas del mundo están enormemente
contaminadas.
El Dr. Latif, experto en clima, advirtió que la expansión
del desierto amenaza a mil millones de personas, así como
que el cambio climático provocará migraciones entre los
pueblos. Son señales que ahora ya son claramente visibles,
sin embargo, Cristo, en una Manifestación dada ya en 1990 a
través de Gabriele Su profetisa y mensajera advirtió de
ello: “La humanidad mantiene todavía muchas cosas externas
–de ello se ocupan vuestros políticos y las autoridades
eclesiásticas. Todo lo que ya existe se oculta para que los
hombres apenas se enteren de ello. Y, sin embargo, grandes
partes de la Tierra se están convirtiendo en estepa. El
hambre irrumpe aquí y allá. Muchos seres humanos se ponen en
camino para encontrar alimentos, para encontrar otra vez un
techo. Al mismo tiempo vienen las catástrofes, no sólo las
catástrofes de la naturaleza, sino también las catástrofes
de pueblos enteros –pues aquellos que pasan hambre, todos
aquellos a los que se les ha quitado lo externo, se vuelven
más y más agresivos...”
Dios no envía ninguna catástrofe a los hombres, sino que por
el contrario ¡Dios advirtió oportunamente!
De la publicación Catástrofes, cataclismos y muerte. Dios
advirtió oportunamente.
|