La salida procesional de Ntra.
Sra. La Virgen de África, ha vuelto, una vez más, a traerme
el recuerdo de un 5 de Agosto, cuando me correspondió cubrir
carrera, para rendir honores a Ntra. Sra. Transcurría el año
1.958.
Yo presté mi servicio militar en el desaparecido Regimiento
Infantería Cueta, 54; ubicado en el Cuartel de “Teniente
Ruiz”.
Estuvimos varios días ensayando para tan significativo acto.
Llegado el momento, mi compañía, la 5ª de Armas Pesadas,
formó en el amplio patio del Cuartel, para pasar revista. Yo
formaba en la 2ª Sección, en la cola, ya que con mi modesto
1, 62 m. no podía aspirar a un puesto más cercano a la
cabeza.
La salida del Cuartel fue, desfilando, con paso normal,
pero, una vez más, se puso de manifiesto mi tendencia hacía
evitar el paralelismo entre mi cuerpo y el fusil, es decir,
que mi arma la llevaba inclinada. Esta tendencia hacía
converger mi arma en el infinito; obviamente rompía la
armonía del grupo, asunto que no permitía el Teniente que
mandaba la 3ª Sección, muy próximo a mí, que de forma
continua, con su sable, me corregía.
Yo estaba deseando llegar al lugar de posicionamiento de la
Compañía, que resultó ser la Plaza de Los Reyes.
Llegado el momento del paso de la Imagen de la Virgen,
“descubrirnos y rodilla en tierra, para rendir homenaje a
Nuestra Señora”.
El regreso al Cuartel se hizo de manera más “informal”, y
los nacidos en Ceuta, por aquello del “pase pernocta”, a
nuestra tradicional visita al ferial.
El cansancio se puso de manifiesto en mi organismo, ya que
las condiciones físicas del momento no eran muy buenas,
porque la noche anterior al acto de cubrir carrera, me había
tocado una guardia en el Hacho, que hasta esos momentos,
seguía siendo utilizado como prisión militar. Todavía
resuena en mis oídos las consignas de “alerta el uno”,
“alerta el dos”, etc, para controlar que el vigilante de
turno no se quedara dormido. Un servicio muy complicado y de
alta responsabilidad.
La “mili” que a mí me tocó hacer, fue “atípica”. En
principio fue corta. Sólo de seis meses, en teoría, aunque
después se alargó algo más de un mes. Por proceder de la
Escuela de Formación Profesional de la Industria Militar, y
conseguir plaza laboral en el Parque de Artillería, me acogí
a una disposición que me habilita una “mili” tan corta, pero
a cambio de firmar un contrato por tres años que me “ataba”
a la empresa por dicho período.
No tuve suerte para la realización del período de
instrucción. Por primera vez el “54” lo hacía en la
Península, en Campo Soto. Y, además, por problemas, cuyo
origen se desconoció, nos mantuvieron en “paro” un mes más,
ya que estaba previsto que sólo durara tres meses.
No era noticia que en una tienda de campaña se alojaran
veinte reclutas y dos instructores; ni la falta de aseo, por
falta de agua; ni la mala alimentación…. Parecía que todo
era normal.
Particularmente tuve suerte en una noticia, en principio,
rumor. Una Compañía de armas pesadas, sería elegida como
refuerzo de unas unidades que estaban destinadas en Sidi
Ifni. De las tres, 5ª, 10ª y 15ª, saldría la elegida, que la
15ª. Yo pertenecía a la 5ª y me llevé una gran alegría.
Por otro lado, yo era componente del mortero de 120 mm. ¡Y
me tocó transporta el tubo!, que cuando hacíamos la
instrucción me fastidiaba el hombro, ya que era poco cómodo
de transportar. ¡Y además siempre lo llevaba desequilibrado!
Pero a no tener suerte en mi “mili” donde lo pasé muy mal,
sobre todo en aquellos interminables días en el Campamento,
me supe rodear de buenos compañeros de distintos lugares de
la Península. Con algunos de ellos mantuve, una vez
licenciado, una buena relación.
Los malos momentos suelen olvidarse, sustituidos por los
momentos gratos, que no voy a descubrir, pues todos aquellos
que hemos hecho la “mili” obligatoria, lo recordarán.
En esos años, muchos chicos llegaban a la “mili” sin saber
leer y escribir. Cuando recibían noticias de sus familias,
enseguida recurrirían a nosotros, los “leídos”, que en
rincón aparte, escuchaban, de nosotros, lo deseado por sus
familias. Después venían las respuestas, que también se
hacían sin la presencia de otros compañeros. ¡Cómo lo
agradecían!
Con el transcurso de los años, en relación con mi servicio
militar, me encuentro con dos notas que me entristecieron.
En primer lugar, el abandono del Regimiento, de nuestra
ciudad, siendo trasladado a Ronda. Un desfile militar sirvió
para su despedida, y lo hizo por la Calle Real, estuve
presente; en segundo lugar, el estado de ruina que se
encuentra el CUARTEL DE CEUTA, el cuartel del Teniente Ruiz,
que acogió al Glorioso Regimiento Fijo de Ceuta –nutrido
sólo con hijos de Ceuta-. Parece, por fin, que es un
proyecto para ubicar el tan anhelado “campus universitario”.
Las obras ya se han iniciado.
Pero una nota sí que me sirvió de satisfacción: la de
cubrir, en aquel recordado momento del 5 de Agosto de 1958,
carrera en la procesión de Nuestra Señora de África, lo que
me permite decir: ¡Yo también rendí homenaje a nuestra
Patrona!
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